Las seis vías del ateísmo. Nuevas refutaciones lógicas de la existencia de Dios (Seis argumentos mejorados a favor del ateísmo). Lima: Ediciones de Filosofía Aplicada, 172 páginas.
Por Víctor Neira Martín, Licenciado en Matemáticas por la Universidad de Niza y director académico de Matemáticas por el Perú.
El libro de Geoffrey
Berg, Las seis vías del ateísmo, contiene una panoplia de argumentos que
fundamentan la no existencia de Dios. A partir de puntos de vista de la Ética,
de la Ontología, de la Teología y, también, de la Cosmología, presenta
deducciones lógicamente válidas para un ateo.
Las seis vías del
ateísmo no dice todo acerca de
las refutaciones ateas, pero dice mucho. Como el mismo autor admite, eligió el
título para contraponerlo a las “cinco vías” tomistas. Podemos encontrar en Las
seis vías… argumentos de por qué los seres humanos no deberíamos creer en
Dios y hay, también, refutaciones completas de la existencia de Dios. Cada uno
de los argumentos es merecedor de amplia discusión.
Una de las tres
refutaciones de la existencia de Dios nos recuerda el argumento de Leibniz de
que como Dios es eterno, omnipotente y totalmente bueno, entonces, el mundo
existente es el mejor de los mundos posibles. Ante la evidencia de que hay
inconsistencia entre eras y personas, éste no es el mejor mundo posible y, por
lo tanto, Dios no puede existir.
Además, encontramos el
argumento del Conjunto de Cualidades, que es (hasta donde sabemos) original y
consiste en una refutación estadística de la existencia de Dios. Las cualidades
atribuidas a Dios son tan improbables que, en conjunto, hacen que su existencia
sea lógicamente imposible.
El argumento de la Brecha
de la Comprensión del Hombre y Dios nos hizo recordar al problema del dialelo,
planteado por Kant: “Si quiero poner en tela de juicio mi Razón sólo puedo usar
la Razón misma”; en el libro de Berg la dificultad para conocer a un ser
omnisciente, omnipotente y totalmente bueno es mucho más amplia. El hombre es
finito (en tiempo, espacio y poder); Dios, si existiera, sería infinito (en
tiempo, espacio y poder). La humanidad no puede reconocer a Dios. Berg discrepa
del punto de vista de que no podamos conocer un ser de tal naturaleza; Berg
afirma que podemos saber que tal ser no existe.
Creemos que, además de
las seis vías planteadas, el libro de Berg deja filones que merecen ser
explotados.
Fue Hegel, si no recordamos
mal, quien planteó el problema de la aseidad del Universo, que no es otra cosa
que plantear la autosuficiencia de este. Carl Sagan, en su obra “Cosmos”,
escribió que el Universo es “todo lo que fue, todo lo que es, todo lo que
será”. Imposible que Sagan no se diera cuenta que el concepto de aseidad estaba
implícito en su frase.
Desde el punto de vista
cosmológico (tomada la Cosmología como una rama de la Física), un físico nunca
mete a Dios en sus asuntos. Cuando mucho, considera la palabra “Dios” como la
abreviatura para un conjunto de propiedades. Sin embargo, el problema subsiste:
¿qué había antes del Big Bang? ¿quién creó el Universo?
Hoyle-Littleton
plantearon un Universo autocreador de su propia materia, pero su propuesta
cosmológica se vio acorralada por el descubrimiento de la radiación de fondo.
En la actualidad, hay esfuerzos por revivir este modelo.
Es totalmente válido ser
materialista y ateo. Sin embargo, un materialista no está eximido de explicar
los fenómenos a partir de aquello que denomina “materia”. La fundamentación
lógica de tal posición hallará argumentos en el libro de Berg.
Como el mismo autor
señala, dos vías del ateísmo, el “Argumento del Conjunto de Cualidades” y,
además, el “Argumento de incertidumbre” son originales. Son una fundamentación
lógica de la imposibilidad de la existencia de Dios. Las vías que Geoffrey Berg
presenta, además de las dos originales mencionadas, contienen enfoques con
contenido propio y puntos de vista que revelan un sello personal del autor.
Siendo un compendio
(diríamos único) de argumentos en contra de la existencia de Dios, no recurre a
la oposición entre ciencia y religión. Dice G. Berg, y estamos de acuerdo, que
la ciencia y la fe tienen ámbitos diferentes y, también, que los avances
científicos desvirtuaron afirmaciones contenidas en los textos sagrados, pero
que no son una refutación lógica acerca del tema central: la inexistencia de
Dios.
El libro de Geoffrey Berg
es una invitación a un diálogo entre ateos y creyentes. Como se dijo en otro
lugar, ser creyente no nos hace, automáticamente, mejores; ser ateos, tampoco.
Creemos que confrontar puntos de vista sí nos hará mejores a todos.
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