viernes, 13 de septiembre de 2024

¿Es posible demostrar la existencia de Dios a través de la ciencia? Una crítica al llamado principio antrópico


Daniel Loayza Herrera, Licenciado en Historia por la Universidad Nacional Federico Villarreal, Licenciado en Educación, especialidad en Filosofía y Ciencias Sociales, por la Universidad César Vallejo, y Magister en Educación, con mención en Docencia y Gestión Educativa por la Universidad César Vallejo. Correo-e: danivan98@gmail.com


(Foto de la pag. web del autor)


Resumen

El llamado principio antrópico ha contribuido a avivar el debate de las últimas décadas sobre la posibilidad de encontrar un nuevo punto de encuentro entre la filosofía, la ciencia y la religión, a partir de la postulación de una proposición teleológica para comprender la manera en que actúan las fuerzas fundamentales del universo y su relación con la existencia del ser humano. A partir de dicha proposición, se ha sostenido la posibilidad de admitir la existencia de Dios bajo fundamentos científicos. Pese a que la comunidad científica no ha adoptado el principio antrópico como parte de su corpus, es cierto que muchos científicos de gran prestigio han abonado en estas ideas. En el presente artículo, discutiremos algunos aspectos del llamado principio antrópico y la posibilidad de que, a través de él, se pueda encontrar, finalmente, una demostración de la existencia de Dios.

Palabras clave:

Ciencia, Dios, filosofía, principio antrópico, religión.


Is it possible to prove the existence of God through science? 
A critique of the so-called anthropic principle

Abstract

The so-called anthropic principle has contributed to fueling the debate of recent decades about the possibility of finding a new meeting point between philosophy, science, and religion, based on the postulation of a teleological proposition to understand how the fundamental forces of the universe operate and their relationship with the existence of human beings. From this proposition, the possibility of admitting the existence of God on scientific grounds has been argued. Although the scientific community has not adopted the anthropic principle as part of its corpus, it is true that many prestigious scientists have supported these ideas. In this article, we will discuss some aspects of the so-called anthropic principle and the possibility that, through it, a demonstration of the existence of God may finally be found.

Keywords:

Science, God, philosophy, anthropic principle, religion.

 

 

Introducción

La ciencia, la filosofía y la religión, a lo largo de la historia, han tenido una relación marcada por sus encuentros y desencuentros. Desde el siglo XVIII, la ciencia, en general, se emancipó de la relación filial que por momentos mantuvo con la filosofía y la religión. Los teólogos quedaron relegados a no ser reconocidos más que como dogmáticos intérpretes de las sagradas escrituras, sin ligamen alguno con la realidad observable. Los filósofos se debieron conformar con ser epistemólogos, discutiendo las condiciones de la investigación científica; mientras los científicos, en realidad, prestaban poca atención a los debates epistemológicos y confiaban más en los resultados prácticos de sus investigaciones que en las disquisiciones especulativas propias de la filosofía.

Sin embargo, hacia la década de 1970, el físico británico Brandon Carter rompió con ese alejamiento entre la filosofía, la religión y la Física al postular el llamado principio antrópico. Si los filósofos de las colonias griegas de Mileto habían roto con la mirada mítica al plantear una nueva forma de ver el cosmos, Carter nos remitía a la posibilidad de conciliar ciencia, filosofía y religión a través de una nueva forma de ver el cosmos, esta vez centrada en el ser humano.

¿Es posible que el universo exista solo para que exista el ser humano? Si ese fuese el fin teleológico de la existencia del universo, si todo estuviese detalladamente ajustado para que se cumpla la suprema realización de la vida humana, de la vida inteligente, ¿podríamos pensar que alguien debió hacer dichos cálculos o diseñar tan perfectas proporciones y valores?

Para los defensores de la tesis de que no puede ser una casualidad que los valores de las fuerzas fundamentales del universo (la fuerza nuclear fuerte, la fuerza nuclear débil, la fuerza electromagnética y la fuerza de gravedad) estén tan perfectamente armonizados al punto de hacer posible la vida, la existencia de un principio ordenador, o acaso creador, se asoma necesariamente (Carreira, 2024).

Si solo tenemos evidencia de que el ser humano es el único ser inteligente en el universo y que el ser humano no pudo ni puede haber creado ni ordenado los valores físicos del universo, necesariamente deberíamos concluir que el universo tiene que responder a un creador y a su diseño, expresado en las leyes de la Física.

Cuando ingresamos en este terreno, avizoramos la posibilidad de comprender que Dios existe, superando el escollo de que la ciencia, a través del método científico, no puede demostrar la existencia de Dios.

El problema de la demostración y en qué consistiría dicha demostración
El problema de la relación entre la fe y la razón fue abordado de manera preferente por la filosofía escolástica. Fue el siglo XIII el de la consumación de dichos debates en la obra Suma Teológica, de Santo Tomás de Aquino. Tomás de Aquino, a lo largo de su extensa obra, expresa desde el primer momento que la razón y la fe no son incompatibles, que su unidad es necesaria para poder comprender las grandes verdades, pero que ello requiere que la razón esté al servicio de la fe.

Tomás estaba convencido de que el universo era racional, que tenía un comportamiento lógico porque las manifestaciones divinas eran lógicas. El comportamiento de la materia era una manifestación de regularidades creadas por Dios. Así, teología, ciencia deductiva y especulación teórico-lógica, eran indesligables (Beltrán, 2020).

El tomismo parte de un principio fundamental: no es posible demostrar hacia el infinito, es necesario partir de axiomas y es ahí donde entra la fe. El axioma fundamental es la existencia de Dios. A partir de ahí se construye una estructura lógico-argumental que se demuestra a nivel lógico y de cuya consistencia se infiere la fortaleza del axioma primero.

El principio antrópico le debe mucho a los planteamientos de Santo Tomás de Aquino al introducir algunas proposiciones que, si bien no afirman de plano la existencia de Dios, llevan a la aceptación de este (Loayza, 2013).

El principio antrópico

El llamado principio antrópico, que proviene de las voces anthropos (hombre) y topos (lugar o centro), postula una interpretación cosmológica centrada en la existencia del ser humano. Fue planteado por primera vez por el físico británico Brandon Carter en 1973, a propósito de la conmemoración de los quinientos años del nacimiento de Copérnico, en un Simposio de Varsovia (Pérez, 2018).

En dicho simposio, Carter sostuvo la idea de que la mejor explicación a la constatación de que el universo se encontraba sorprendentemente ajustado para el desarrollo de la vida inteligente era que dicho universo solo tendría sentido si dicha vida inteligente existía para comprender el propio universo. En suma, el universo solo tiene sentido si el ser humano existe para vivir en él y comprenderlo.

El renombrado físico John Archibald Wheeler, quien hiciera contribuciones a la teoría de la relatividad y la física cuántica, hizo importantes aportes para desarrollar filosóficamente y popularizar el llamado principio antrópico. Partiendo de la interpretación filosófica de la llamada Escuela de Física Cuántica de Copenhague, que postula que el observador altera la realidad física que observa y que, por tanto, no existe una realidad plenamente objetiva, Wheeler sostuvo que dicha evidencia experimental sugiere que el universo responde también a nuestras observaciones y, por tanto, la unidad del universo y de los observadores del universo (los seres humanos) mostraría que no es posible hablar del universo prescindiendo de los seres humanos, es decir, de los observadores.

Por su parte, el astrofísico y sacerdote español Manuel Carreira, partiendo de los postulados filosóficos del tomismo y de lo planteado por John Archibald Wheeler, sostuvo que el universo solo tiene sentido si se entiende que todo lo existente fue cuidadosamente diseñado para que exista el ser humano, que ello solo puede haber sido hecho por el Dios creador y que el ser humano es la máxima creación, lo que se evidencia porque es el único ser dotado de inteligencia y razón.

Crítica de los postulados del principio antrópico

Más allá de los planteamientos específicos de los postulados de los llamados principio antrópico fuerte y débil, ambas versiones comparten la idea de que el universo tiene un fin teleológico que es la existencia del ser humano y que dicho planteamiento es compatible con la idea de que ello puede ser satisfactoriamente explicado a partir de la creencia en la existencia de un creador inteligente que ha realizado todos los ajustes necesarios para que se desarrolle plenamente su máxima creación: la vida humana inteligente.

Así como en el libro del Génesis asistimos a la descripción de un universo creado para el hombre, en el llamado principio antrópico asistimos a una explicación cristiana, de fe, religiosa, a partir de la introducción de una variable tan sencilla como un fin teleológico para el universo. A la constatación de que el universo responde a la acción de las cuatro fuerzas fundamentales y que los valores atómicos y sub atómicos se nos presentan de tal modo que si ocurriera una poco significa variación matemática en alguno de ellos la vida humana o, en general, la vida tal como la conocemos no sería posible, se ofrece la explicación de que ello no puede ser producto de una casualidad, del azar y, por tanto, de que debe tener algún fin; pero como quiera que todo fin tiene que ser anterior al fenómeno, entonces el universo tiene un creador y ese no puede ser otro que Dios, el Dios de los hombres.

Pero, ¿cómo inferir que es el Dios de los hombres? El principio antrópico sostiene que el universo está ajustado para que pueda ser comprendido por la inteligencia humana, para que sea cognoscible para el ser humano, para que su verdad le sea revelada. Esa revelación, solo posible para la inteligencia humana, sería una prueba de que el universo ha sido creado par el hombre.

 Bajo esta explicación diremos que si en algún momento encontráramos vida inteligente en otra parte del universo el principio antrópico perdería toda su base argumental y que su mantenimiento dejaría de ser una línea de razonamiento para pasar a ser mera ideología dogmática.

¿El principio antrópico, al apelar a la realidad física, es científico? La introducción de una variable filosófico- religiosa como es el principio teleológico aleja al principio antrópico de toda explicación científica.

Frente a la introducción de la proposición siguiente:  “Todos los valores de las fuerzas del universo han sido ajustados con el propósito de que puedan albergar la vida humana y que ello ha sido hecho por Dios”, se podría argumentar que dicha proposición no puede ser verificada y que, por tanto, no pertenece al campo de la ciencia (Rees, 2000) . A partir de ahí podríamos plantear que ello no demuestra la existencia de Dios, al menos si de demostraciones científicas se trata.

Sin embargo, frente a dicha objeción hacia el principio antrópico algunos de sus defensores, como es el caso del sacerdote y astrofísico Manuel Carreira (2011), sostuvieron que la ciencia está formada no solo por proposiciones demostradas, sino también por axiomas, es decir por proposiciones carentes de demostración, pero que se asumen como válidas dado que son consistentes con aquellas proposiciones verificadas que posee la ciencia.  Un ejemplo de ello podría ser el axioma de Euclides, base de la geometría euclideana; "por dos puntos distintos pasa una única línea recta”. En este caso, entonces, la objeción basada en que la proposición teleológica no puede ser verificada no parece tener mayor fundamento.

Sin embargo, cuando analizamos la estructura de la geometría euclideana, por ejemplo, la relación entre el axioma “por dos puntos distintos pasa una sola recta” y todos los demás axiomas y sus teoremas nos percatamos que existe un ligamen entre ellos; es decir, que, aunque el teorema mencionado no es demostrable si podemos apreciar lo consistente que es con respecto a la estructura conformada por los demás axiomas de la geometría y sus teoremas. Diremos, entonces, que a través de la resolución de problemas geométricos verificamos, al menos de forma indirecta, aunque no demostremos, el axioma en cuestión, de ahí la confianza en su validez.

En el caso particular de la proposición: “Todos los valores de las fuerzas del universo han sido ajustados con el propósito de que puedan albergar la vida humana y que ello ha sido hecho por Dios”, la situación es bastante distinta. Primero, aceptando que todos los valores han sido ajustados con el propósito de que el universo pueda albergar a la vida humana se abre un abanico de posibilidades: 1. Que ello responda a alguna ley de la física que se conecta con la biología que aún no conocemos. 2. Que haya sido hecho por un ser inteligente no humano, pero que no es Dios. 3. Que haya sido realizado por varios Dioses. 4. Que haya sido hecho por un Dios no cristiano. 5. Que haya sido hecho por el Dios cristiano. La pregunta es: ¿Por qué pensar que necesariamente fue realizado por el Dios cristiano?

Además de ello tenemos otra objeción: La idea de que los valores de las fuerzas del universo tienen que haber tenido el propósito necesario de que universo albergue a la vida humana, porque no podemos admitir que ello sea producto del azar no tiene mayor sustento. Ello se puede apreciar con un sencillo ejemplo.

Si se produjera el deslizamiento de una roca desde una montaña, que impacta en el techo de un automóvil, que transitaba inusualmente por ahí, y que al caer sobre el techo del auto mata a dos de los pasajeros, pero uno de ellos sale ileso, ¿ello demostraría que los valores físicos de caída, de impacto y del ángulo con el que la roca impacto en el techo del automóvil fue porque existía un principio teleológico, porque hubo algo a alguien que hizo los ajustes para que fuese exactamente como ocurrió, es decir, que decidió quienes debían morir y quien no?

Integrar en un solo planteamiento dicha creencia y los valores físicos y objetivos de la caída de la roca no es consistente. La razón de ello es que no hay forma de verificar ni de apoyar indirectamente la proposición del fin teleológico a partir de los valores físicos reales y objetivos de la caída de la roca.

Ello es muy distinto que el caso de la geometría, donde asumir la validez del axioma “por dos puntos pasa una recta y solo una” es condición para que toda la geometría, sus relaciones y valores funcione. Es decir, cuando se demuestra un teorema, indirectamente se apoya al axioma.

La proposición teleológica del principio antrópico nada tiene que ver con los valores que adoptan las fuerzas fundamentales del universo. Por tanto, no cumple ningún papel en la comprensión del universo desde la física. Resulta así tan arbitraria como introducir un fin a la caída de la roca sobre el techo del auto.

Conclusión

La introducción de la proposición teleológica como respuesta a la pregunta de por qué existe vida en lugar de no vida en el universo, para explicar el hecho de que los valores de las fuerzas fundamentales del universo hacen posible la existencia de la vida, y en particular de la vida humana, no tiene relación con la existencia de dichos valores ni con las leyes fundamentales.

La proposición teleológica no es necesaria para comprender cómo actúan las fuerzas fundamentales y, por lo tanto, no actúa como lo hacen los axiomas matemáticos en relación con los teoremas, a los cuales sirven de base. Por tanto, la proposición teleológica ha sido introducida de manera no solo innecesaria sino también arbitraria, careciendo de todo fundamento científico y de toda posibilidad de verificación tanto a nivel fáctico como teórico.

Independientemente de que Dios pueda existir o no, el principio antrópico no aporta nada a la comprensión o al esclarecimiento sobre la existencia de Dios, y, por lo tanto, no es más que una postura religiosa y, en todo caso, filosófica, que nada tiene que ver con la ciencia. En la medida en que se pretenda demostrar la existencia de Dios a través de la interpretación que el principio antrópico hace de los valores de las fuerzas fundamentales del universo, se incurre en un discurso pseudocientífico.

Fuentes de información

Beltrán, O. H. (2020). Teología y ciencia en la obra de Santo Tomás de Aquino. Teología46(99), 281–300. Recuperado a partir de https://erevistas.uca.edu.ar/index.php/TEO/article/view/2871

Carreira, M. (2011). El universo: Ciencia y religión. Universidad Pontificia Comillas.

Carreira, M. (2024). Ciencia y fe [Conferencia]. Archive.org. 

https://archive.org/details/manuelcarreira/Dr+Manuel+Carreira+-+2024+-+Conferencia+Ciencia+y+Fe.mp3

Loayza Herrera, D. (2013, abril 6). La ciencia demuestra la existencia de Dios. La página de Daniel Loayza Herrera.

https://lapaginadedanielloayzaherrera.blogspot.com/2013/04/la-ciencia-demuestra-la-existencia-de_6.html

Pérez, E. (2018). El principio antrópico, último bastión del antropocentrismo. Revista de divulgación del Instituto de Astrofísica de Andalucía, (55). https://revista.iaa.csic.es/content/el-principio-antr%C3%B3pico-%C3%BAltimo-basti%C3%B3n-del-antropocentrismo

Rees, M. J. (2000). Just Six Numbers: The Deep Forces That Shape the Universe. Basic Books.

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