REFLEXIONES EN TORNO A LA VlDA DE PAREJA:
Cómo disfrutar mejor el sexo, el amor y el matrimonio por Manuel A Paz y Miño (Lima: AERPFA, 1998, 172 pp.) (1)
por Víctor Montero Cam*
Esta breve guía de «orientación afectiva» sobre los muy humanos conceptos el sexo, amor y matrimonio del Lic. Paz y Miño nos ofrece interesantes reflexiones en tomo a la delicada cuestión de la vida íntima de pareja. Según nuestro autor, él decidió tratar estos tres conceptos, porque son ellos «los tres elementos de la triada que muchos individuos y parejas ansían en diversas épocas de sus vidas» (p. l) Así, pues, con estas palabras comienza la introducción de este breve libro de bolsillo, escrito en un lenguaje ágil, ameno, pero, a intervalos, crudamente realista del autor. en cuyo estilo se perciben marcadas influencias de Erich Fromm, Woody Allen y la Biblia.
El análisis de una obra cualquiera puede hacerse desde el exterior o lo más visible a lo interior o lo menos visible desentrañando paulatinamente la carga significativa del contenido de la obra. Comenzaré así por !o más visible de la obra de nuestro autor: la carátula y la contracarátula. En la carátula [Véase la imagen adjunta] se observan los símbolos de Marte y Venus que representan los géneros masculino y femenino con cuatro combinaciones posibles. Apreciamos, así, en la parte superior izquierda del libro, a un varón y a una mujer pero esta vez unidos, que mantienen relaciones sexuales o que se aman. En la parte inferior izquierda se observa una relación homosexual femenina (lesbianismo) y, en la parte inferior derecha, una relación homosexual masculina (una relación aún más frecuente, conocida o socialmente aceptada que la anterior).
En la contracarátula, en un ejercicio lúdico expresivamente notable, nuestro autor ha reflejado hasta cinco modalidades en las que se puede manifestar lo que se conoce generalmente como relaciones de infidelidad en la pareja de enamorados. novios o casados. De las cinco modalidades, cuatro son formas de «triángulo amoroso» y la quinta es un «cuadrado amoroso». De ese modo no seria raro -y desarrollemos las combinaciones a modo de ilustración- encontrar a un varón bisexual (esto es, un varón casado o no que también mantiene relaciones homosexuales). El segundo caso es el de una mujer que mantiene relaciones sexuales con dos varones al mismo tiempo; el tercero, el de una mujer bisexual (una mujer casada o no que mantiene relaciones lésbicas). Como cuarta posibilidad vemos a un hombre que comparte relaciones con dos mujeres. La quinta combinación sugerida por Paz y Miño es aquella en que un miembro de la pareja (en el dibujo de nuestro autor la mujer) tiene relaciones con un amante quien, a su vez, tiene relaciones con otra mujer.
Si me he detenido, tal vez con cierto morboso realismo, en el examen de cada una de las múltiples combinaciones posibles en las relaciones de pareja (enamorados, novios y esposos) y de las relaciones humanas que conllevan la infidelidad de uno o ambos miembros de la pareja ha sido simplemente para reflejar, desde un inicio, la complejidad del problema que nos toca discutir en esta oportunidad, ya que hablamos de seres humanos, es decir, de universos personales con valores, ideales, creencias, opiniones, pensamientos y sentimientos distintos y no meramente de objetos sin capacidad de respuesta. Por eso, cuando se quiere tratar un problema en el que hay seres humanos involucrados, las cosas no resultan sencillas y esto hay que tenerlo en cuenta desde un inicio para examinar estos temas con el rigor que exigen. Muchas veces se suele pensar, equivocadamente, que es preferible no reflexionar demasiado sobre temas como el sexo, el amor o el matrimonio; que un análisis racional del amor podría marchitar un sentimiento tan natural y espontáneo como éste; que del sexo mejor no hablar porque es un tema prohibido, un tabú; que el matrimonio es sólo para gente que no ama su libertad personal.
En fin, podría seguir enumerando objeciones de índole diversa que rechazan de plano cualquier discusión o esclarecimiento en tomo a los problemas y conflictos de la vida de pareja. Muy por el contrario, considero que estos problemas sólo pueden solucionarse mediante un examen riguroso y detenido de las causas que los originan y de las consecuencias a que conducen. Si desde un inicio queremos evitar la discusión en tomo al sexo, el amor y el matrimonio, lo único que estamos haciendo es no querer aceptar elementos esenciales en la vida afectiva de todo ser humano en tanto sujeto corporal, fuente de deseos y necesidades fisiológicamente documentables. Luego de esta presentación material y exterior del libro, pasemos a un segundo nivel de exploración, la estructura lógica y el contenido temático del mismo. La obra consta de tres partes. La primera está dedicada al problema de las relaciones sexuales, la segunda aborda el problema del amor entre hombre y mujer y la tercera y última parte. desarrolla brevemente los problemas de la vida conyugal.
Algunos temas importantes que se tratan en la primera. parte son el deseo y las relaciones sexuales, la masturbación, la prostitución, el homosexualismo, el machismo y feminismo, el aborto, etc. Dada la multiplicidad y diversidad de los temas.me limitaré a señalar algunas ideas que me_parecen dignas de mayor reflexión. Quiero traer a colación una idea que me parece especialmente interesante; es aquella referida al hecho de que se puede tener sexo sin amor, amor sin sexo, matrimonio sin sexo o sin amor (p. 3) y también un armonioso y completo cuadro en el que estén presentes estos tres elementos. Haré uso de mis propios ejemplos para ilustrar cada uno de estos casos generales que presenta nuestro autor. El primero: el sexo sin amor se puede dar cuando alguien tiene contacto carnal (sea un varón o una mujer) con un prostituto o prostituta por dinero, satisfaciendo así una necesidad sexual. El segundo: amor sin sexo se puede producir cuando dos almas se comunican sentimientos íntimos, por ejemplo, a través de cartas, pero no pueden verse físicamente y, por lo tanto, no pueden tener relaciones sexuales. El tercer caso: el matrimonio sin sexo se puede dar cuando ambos cónyuges han tenido una riña por razones económicas y como resultado de ésta han decidido no hablarse, no tocarse y, por ende, ya no tener relaciones sexuales. El cuarto: el matrimonio sin amor se podría dar cuando los esposos han convivido durante muchos años, tienen hijos, pero sus diferencias de carácter, gustos e intereses son tan pronunciadas que el quehacer de uno obstaculiza el del otro.
Vemos así que son las relaciones humanas de pareja el tema central de la obra y, ya que la unión considerada más estable entre dos seres humanos de Occidente es la del matrimonio, nos limitaremos a ponderar en seguida, con cierta minuciosidad, las opiniones del autor sobre este importante tema. Una tesis central del libro es demostrar la «idealidad» de la institución del matrimonio monogámico de por vida, cuya fuente de inspiración está -dice nuestro autor- en la civilización occidental y, en concreto, en la cultura judeocristiana. Por eso se refiere a esta institución explícitamente llamándola el «mito del matrimonio [monogámico] vitalicio» (p. 133), ya que juzga que éste es e[ modelo ideal en nuestra civilización.
El «matrimonio ideal» -afirma- es el «romántico-monogámico, esto es, una relación donde hay el compromiso... de ser fiel a la pareja hasta la muerte» (p. 118). Y señala que esto no es posible debido a la naturaleza misma del ser humano. En oposición al modelo ideal de origen judeocristiano coloca el modelo islámico poligámico en el cual se permite que el varón tenga más de una esposa a la vez.
A continuación Paz y Miño se pregunta: «¿Cuál sería entonces el mejor matrimonio?» Y responde que un buen matrimonio sería aquel que estuviese basado en valores como el respeto y el amor. Si se arna de verdad habrá sinceridad, cariño y ayuda desinteresada. Sí se respeta habrá consideración, comprensión, cuidado, responsabilidad y diálogo. Estos valores que favorecen el mejoramiento humano sólo podrán ser apreciados y practicados por las personas que los hayan aprendido desde la infancia en sus familias o que hayan tenido la oportunidad de darse cuenta de su importancia fundamental en su vida adulta (p. 127).
El conocimiento mutuo de los miembros de la pareja es un requisito indispensable para evitar sufrimientos y conflictos posteriores durante el matrimonio. Anota el autor que «las personas que han tenido cierta experiencia antes del matrimonio -es decir que han tenido otras parejas, que conocen en algo al otro sexo- podrían estar mejor capacitadas para una vida conyugal que las que no lo han tenido y que carecen de un conocimiento fundamental» (p. 120).
Sin embargo, lo cierto es que las parejas no llegan a conocerse lo suficiente en una relación convencional de enamorados o novios tal como se practica en Occidente. Por esta razón el autor señala que «muchos optan por relaciones sexuales «libres» prematrimoniales, lo que se entiende comúnmente en la tradición andina corno el «servinacuy» (2), es decir, el matrimonio a prueba (p. 131): una herencia del incario que aún no hemos sabido aprovechar y valorar debidamente en su sabiduría de vida.
Para esta convivencia voluntaria no se necesita celebrar ninguna ceremonia civil o religiosa, se puede tener relaciones sexuales de manera libre fuera del matrimonio, pero -y no lo olvidemos- su propósito principal radica en facilitar un mejor conocimiento mutuo de valores, creencias, gustos, intereses, preferencias, etc. antes de contraer un compromiso formal, serio y de por vida. Estos matrimonios a prueba permiten un mejor conocimiento de las afinidades y diferencias de cada uno a fin de que ambos, luego de un período de tiempo ni muy breve ni muy largo, decidan o bien permanecer juntos y casarse o, en caso de haber descubierto diferencias irreconciliables, que puedan separarse y seguir caminos diferentes sin lastimarse innecesariamente el uno al otro. De ahí que nuestro autor exclame, preocupado: «[Cuántos conflictos y sufrimientos se evitarían si dos personalidades muy contrapuestas y diferentes hubieran sabido con quiénes se han unido!» (p. 125).
Según Paz y Miño sería aconsejable que se impartiesen en nuestro país cursos de orientación sobre vida familiar y conyugal en los colegios y universidades, en los cuales se proporcione, por ejemplo, información sobre las funciones familiares y las responsabilidades de cada uno de los miembros de la pareja. Así se evitarían -según nuestro autor- muchos problemas, sufrimientos, juicios y divorcios (p. 133).
Las conclusiones finales (p. 171) de la obra nos parecen, no obstante, precipitadas, imprecisas y, a veces, hasta exageradas. Requieren, sin duda, una labor de mayor penetración, investigación y sistematización teórica en la materia. Pero -hay que recordarlo- el propósito del autor no ha sido realizar un tratamiento exhaustivo sobre el amor, la sexualidad y el matrimonio. El mismo ha sido explicito al indicar en la Introducción que su libro: «no pretende dar recetas acabadas, pues la conducta humana es compleja . . . [y que] tampoco se propone resumir todo lo fundamental que podamos encontrar en un manual especializado de educación, psicología, psiquiatría, sexología y ética. Simplemente intenta dar alguna guía general al lector que quiera saber más sobre sus sentimientos e ideas sobre las relaciones de pareja» (p. 6).
Sin embargo, la restricción temático-enciclopédica que el autor se impone desde un inicio no lo exime de presentarnos una obra en la que los desarrollos de algunos ternas importantes como los celos, el aborto, la prostitución, el homosexualismo y lo que él denomina una «Ética en el amor» sean más extensamente desarrollados y suficientemente explicados por vía de ejemplos ilustrativos, puesto que la gran mayoría de estos ternas son socialmente relevantes y un estudio monográfico riguroso de los mismos permitiría esclarecer la esencial problemática y compleja realidad humana que subyace a sus manifestaciones visibles, concretas y diarias.
En una época como la que actualmente nos toca vivir, en la que lamentablemente parece existir un proceso de reducción -que va en aumento- de la existencia humana a las prácticas sexuales, es fundamental el análisis filosófico de los problemas existenciales, ya que lo social no opera sino a través de existencias humanas individuales, encarnadas, pues de lo contrario la sociedad no sería más que una bonita pero vacía metáfora. Queremos concluir afirmando que si no se entiende el sexo y la existencia humana en relación dialéctica viva, en su mutua interpenetración y entremezclamiento indiferenciado en la cual ya no es fácil decir dónde termina un fenómeno o un aspecto del ser y dónde comienza el otro (3); si el hombre no ve las cosas en su relación esencial, corno partes interconectadas de un todo dinámico, es muy probable que la sociedad tenga que desandar más pasos para volver al camino seguro de su propio mejoramiento integral, que no es otro que la aceptación de la diferencia en la identidad y de la identidad en la diferencia, es decir, el camino hacia la igualdad de los hombres en tanto seres humanos y de la aceptación y reconocimiento de sus diferencias en tanto individuos particulares.
El cancelamiento de las dicotomías ontológicas que fragmentan la visión que los hombres tienen de sí mismos es ya un paso significativo para la comprensión de conceptos como sexo, amor y matrimonio Estos conceptos no son realidades absolutamente autónomas y si los consideramos de este, manera sólo concebimos seres incompletos, seccionados, pero jamás una totalidad humana consistente, armónica e integral. Si bien el amor puede considerarse el sentimiento fundamental para acercar a dos personas en la búsqueda y la realización del ser amado, no es un concepto que se baste a sí mismo. Si el amor se queda en mero sentimiento individual, de espaldas a la institucionalidad social que puede conferirle el matrimonio -en su calidad de institución socialmente reconocida-, éste podría quedarse reducido a la esfera puramente personal y no lograría alcanzar la dimensión social necesaria para realizarse a plenitud. Y si, a su vez, tanto el amor como el matrimonio carecieran del intercambio sexual de manera apropiada y fecunda con la persona que amarnos, no sería extraño que más tarde la ausencia del agradable y salutífero placer corporal -una posibilidad existencial más del ser humano-, por la fuerza de su ausencia manifestada corno frustración existencial, sea la que arruine no sólo el matrimonio, la institución, sino también el amor, el sentimiento. Sentimiento individual, unión corporal íntima e institución social no son más que aspectos de una misma totalidad existencial dinámica, en perpetua génesis y desarrollo.
(Leído en la presentación pública del libro en la sesión de septiembre del Seminario Anual de l999 de la Asociación Peruana de Bioética).
*Bachiller, Licenciado y Magister en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Correos-e: vmontero@pucp.edu.pe / victormonterocam@gmail.com.
NOTAS
(1) La 2da. ed. (1999) contiene sugerencias de Marco A. Denegrí y Víctor Montero C.
(2) Sobre las prácticas sexuales libres entre los solteros en el Tahuantinsuyo véase Acosta: De procurando indorum salute, Libro VI, cap. XX, pp. 585-587.
(3) Cf. Merleau-Ponty, M. «El cuerpo corno ser sexuado», en Fenomenología de la percepción. Trad. Jem Cabanes. Barcelona-México: Planeta-De Agostini, 1985, pp. 171- 190.
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