Notorio es éste libro de Héctor Avalos, en él explica cómo pasó de pentecostal, criado en una familia muy religiosa, a ateo: por el estudio de la Biblia. Avalos expone con orgullo tener un largo recorrido académico hasta llegar a un PhD en “Historia bíblica y filología semítica” en nada menos que la Universidad de Harvard. Sin embargo, y esto es lo notorio, nunca abandona en su libro su visión fundamentalista de la Biblia: no puede creer en Dios porque el de la Biblia es un Dios que ordenó masacres, es inconsistente, inclusive contradictorio (pasa revista a una docena de ejemplos de contradicciones en textos bíblicos, y lista masacres ordenadas por Dios, etc.), por tanto no es confiable. Confiable para él es más bien la ciencia, que es su nuevo dios (Parte III).
La parte II, el grueso del libro, está titulada: “¿Es la Biblia palabra de Dios? Los defectos de los argumentos a favor del origen divino de la Biblia”. Su idea de la Biblia es que es un supuesto producto de inspiración de Dios en los hombres. También es un supuesto suyo que los relatos históricos son reportajes con pretensión histórica avalados por una supuesta inspiración divina, y es así, como reportajes, que lee los textos. Avalos ignora completamente el origen natural de la Biblia, las tradiciones orales y sus implicaciones, así como la naturaleza confesional, no periodística de los textos bíblicos, entre otros factores (cf. “Biblia sin mitos”, esp. “El escándalo de la palabra”). Lo que él ataca (con razón) y de lo cual no parece poder escapar, es que la Biblia sea “de origen divino”, entendido en el sentido que Dios ya sea hizo/dijo lo que leemos o lo dictó al autor (los profetas para él supuestamente dicen lo que Dios les hace decir, pero ese dios o no es confiable o no existe, según él).
Tras citar las masacres en Núm 31, 17s; Deut 2, 33s y Jos 6, 21 concluye Avalos: “¿Cómo es que un Dios supuestamente bueno y todopoderoso y omnisciente pudo no sólo haber permitido, sino también ordenado, tales actos? (p. 74). Tras presentar la historia del censo en 2 Sam. 24 y que allí se diga que lo ordenado por Dios a David luego es causa para castigarlo, concluye “Jehová no es absolutamente bueno según éste y algunos otros pasajes de la Biblia” (p. 80: notar que habla de Jehová, no Yavé, ¡¡¡cómo un estudiante de F.M. Cross debería saber!!! O: se le quedó el fundamentalismo).
Avalos ataca especialmente a los fundamentalistas (!) particularmente en sus análisis de los profetas, demostrando lo erróneas que son las atribuciones de ciertos textos como si fueran anuncios de cosas que sucederían lejanamente, p. ej. Dan 9 y sus 70 semanas, Ezeq 38 relacionado a Rusia, y algunos textos como Isa 7, 14; 9, 6s; Miq 5, 2 y Os 6, 2 como si se refiriesen a Jesús, sin embargo, él mismo es un fundamentalista que entiende todo literalmente, sin noción de géneros literarios (que nunca menciona a pesar de ser esencial) y de cuestiones hermenéuticas básicas como lo que es la transmisión humana, oral así como escrita (cf. P. Ricoeur, H.G. Gadamer et al). Su lectura es historicista: todo lo toma básicamente como reportajes históricos, entendida ésta en el sentido moderno (griego) de la palabra. Llama poderosamente la atención su deficiencia en conocimientos de la naturaleza, origen, razón de ser y limitaciones de la Biblia como conjunto y cada uno de sus libros.
En síntesis, Avalos ilustra magistralmente lo que sucede a una persona reflexiva que toma la Biblia literalmente al toparse con contradicciones e incongruencias. Ha llevado hasta sus últimas consecuencias la lectura fundamentalista de la Biblia recusando como inaceptable sus conclusiones, por tanto rechazando la existencia de “ese dios”. Pero ¿es ése “el dios de Abraham, Isaac y Jacob”, de Moisés, Isaías y Jesucristo? ¿O es más bien el dios fabricado por la lectura desinformada de la naturaleza de la Biblia?
(EDUARDO ARENS es sacerdote marianista, doctor en teología y profesor del Instituto Superior de Estudios Teológicos de Lima, y autor de The Elton-Sayings in the Synoptic-Tradition, La Biblia sin mitos, Apocalipsis: ¿revelación del fin del mundo?, y Los Evangelios, ayer y hoy).
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