miércoles, 2 de noviembre de 2022

LA ÉTICA DEL HUMANISMO SIN RELIGIÓN

Carátula de la versión castellana de Forbidden Fruit: The Ethics of Humansim 

(Fotograma de video en canal de Youtube Filosofia Aplicada TV)

Paul Kurtz (1925-2012) Profesor emérito de filosofía en la Universidad Estatal de Nueva York en Búfalo y fundador y presidente del Comité para la Investigación Escéptica (CSICOP), el Consejo para el Humanismo Secular, el Center for Inquiry (CFI) y la editorial Prometheus Books.


Constantemente se hace la pregunta: ¿Cuál es la ética del humanismo? ¿Puede una sociedad o persona ser moral sin religión? Sí, de hecho, afirman los humanistas seculares. La moralidad está profundamente arraigada en las “decencias morales comunes” (relacionadas con el comportamiento moral en la sociedad) y las “excelencias éticas” (según se aplican a la propia vida de una persona).

Las decencias morales comunes

Las decencias morales comunes son ampliamente compartidas. Son esenciales para la supervivencia de cualquier comunidad humana. La coexistencia significativa no puede ocurrir si se burlan constantemente. Transmitidas a través de innumerables generaciones, son reconocidas en todo el mundo por amigos y familiares, colegas y compañeros de trabajo, nativos e inmigrantes, como reglas básicas de relación social. Son el fundamento de la educación moral y se enseñan en la familia y en las escuelas. Expresan las virtudes elementales de la amabilidad, la cortesía y la empatía, tan esenciales para la convivencia; de hecho, son la base misma de la propia vida civilizada. Las decencias morales comunes son transculturales en su alcance y tienen sus raíces en necesidades humanas genéricas. Sin duda surgen de la larga lucha evolutiva por la supervivencia e incluso pueden tener alguna base sociobiológica, aunque pueden faltar en algunos individuos o sociedades, ya que su surgimiento depende de ciertas condiciones previas del desarrollo moral y social. Aquí hay una lista de algunas de las decencias:

En primer lugar están las decencias morales que implican la integridad personal, esto es, decir la verdad, no mentir ni engañar; ser sincero, honesto, franco y libre de hipocresía; cumplir las promesas, honrar los compromisos, cumplir los acuerdos; y ser honesto, evitando fraudes o engaños.

En segundo lugar está la confiabilidad. Manifestamos lealtad a nuestros familiares, amigos y compañeros de trabajo, y debemos ser confiables, alguien con quien se pueda contar, confiable y responsable .

En tercer lugar están las decencias de la benevolencia, que implican manifestar buena voluntad e intenciones nobles hacia otros seres humanos y tener una preocupación positiva por ellos. Significa la ausencia de malicia (no maleficencia), evitando hacer daño a otras personas o a sus bienes: No debemos matar ni robar; infligir violencia física o lesiones; o ser crueles, abusivos o vengativos. En el dominio sexual significa que no debemos imponer nuestras pasiones sexuales a los demás y debemos buscar el consentimiento mutuo entre adultos. Significa que tenemos la obligación de ser benéficos; es decir, amables, simpáticos, compasivos. Debemos tender una mano amiga a los que están en apuros y tratar de disminuir su dolor y sufrimiento y contribuir positivamente a su bienestar.

El cuarto es el principio de equidad. Debemos mostrar gratitud y aprecio por aquellos que lo merecen. Una comunidad civilizada responsabilizará a las personas por sus actos, insistiendo en que aquellos que agraviaron a otros no queden completamente impunes y probablemente deban reparar a los agraviados. Esto también implica el principio de justicia e igualdad en la sociedad. Tolerancia es también una decencia moral básica: debemos permitir a otros individuos el derecho a sus creencias, valores y estilos de vida, aunque difieran de los nuestros. Puede que no estemos de acuerdo con ellas, pero cada individuo tiene derecho a sus convicciones siempre que no perjudique a los demás ni les impida ejercer sus derechos. Debemos tratar de cooperar con los demás, buscando negociar las diferencias pacíficamente sin recurrir al odio o la violencia.

Las decencias morales comunes

1. Integridad personal: decir la verdad, ser sincero, cumplir las promesas, ser honesto.

2. Confiabilidad: leal, fiable, confiable, responsable.3. Benevolencia: buena voluntad, falta de malicia (no dañar a otras personas, no matar ni robar, infligir daño, ser cruel o vengativo); en las relaciones sexuales: consentimiento mutuo (solo entre adultos); benéfico: solidario y compasivo, tender una mano amiga, contribuir positivamente al bienestar de los demás.4. Equidad: responsabilidad, gratitud, justicia (igualdad), tolerancia hacia los demás, cooperación, negociar las diferencias pacíficamente, sin odio ni violencia.

Las excelencias éticas

1. Autonomía

2. Inteligencia

3. Autodisciplina

4. Autoestima

5. Creatividad

6. Alta motivación

7. Actitud afirmativa

8. Alegría de vivir

9. Buena salud

10. Exuberancia

Estas decencias morales comunes expresan principios y reglas generales.

Aunque los individuos o las naciones pueden desviarse de su práctica, no obstante, proporcionan parámetros generales por los cuales guiar nuestra conducta. No son absolutos y a veces pueden entrar en conflicto; puede que tengamos que establecer prioridades entre ellos. No necesitan ser ordenados divinamente para tener fuerza moral, porque son probados en última instancia por sus consecuencias en la práctica. Los seres humanos moralmente desarrollados aceptan estos principios e intentan vivir de acuerdo con ellos porque comprenden que algunos sacrificios morales personales pueden ser necesarios para evitar conflictos al vivir y trabajar juntos. La sabiduría moral práctica reconoce así la obligatoriedad de la conducta responsable.

Las excelencias éticas

Las decencias morales comunes se refieren a cómo nos relacionamos con los demás. Pero hay una serie de valores humanísticos importantes que debemos esforzarnos por realizar en nuestra vida personal y que debemos impartir a los jóvenes. Son las excelencias éticas. Hay estándares de desarrollo ético, cualidades exquisitas de alto mérito y logro. En algunos individuos brilla la nobleza; hay ciertas excelencias que ejemplifican las personas moralmente desarrolladas. Estos rasgos de personalidad del carácter proporcionan cierto equilibrio en la vida. ¿Qué son?

Primero está la excelencia de la autonomía, o lo que Ralph Waldo Emerson llamó autosuficiencia. Esto significa la capacidad de una persona para tomar el control de su propia vida, para aceptar la responsabilidad de sus propios sentimientos, el matrimonio o la carrera de uno, cómo vive y aprende, los valores y bienes que uno aprecia. Tal persona es autodirigida y autogobernada. La autonomía de una persona es una afirmación de su libertad. Algunas personas encuentran que la libertad es una carga y, por lo tanto, están dispuestas a ceder su derecho a la autodeterminación a otros, a sus padres, cónyuges o incluso a déspotas totalitarios o gurús autoritarios. Una persona libre reconoce que solo tiene una vida para vivir y que la forma en que la vivirá es, en última instancia, la elección de la persona. Esto no niega que vivimos con otros y compartimos valores e ideales, pero lo básico para la ética de la democracia es la apreciación de la autonomía de la elección individual.

En segundo lugar, la inteligencia y la razón ocupan un lugar destacado en la escala de valores. Para alcanzar el buen vivir necesitamos desarrollar nuestras habilidades cognitivas; no solo experiencia técnica o virtuosismo hábil, sino buen juicio sobre cómo tomar decisiones acertadas. Desafortunadamente, muchos críticos degradan la inteligencia humana y creen que no podemos resolver nuestros problemas. Están dispuestos a abdicar su autonomía racional a los demás. Puede que la razón no logre resolver todos los problemas —a veces debemos elegir el menor de muchos males— pero es el método más confiable que tenemos para tomar decisiones morales.

En tercer lugar está la necesidad de autodisciplina sobre las pasiones y deseos de una persona. Debemos satisfacer nuestros deseos, emociones y necesidades con moderación, bajo la guía de una elección racional, reconociendo las consecuencias dañinas que las elecciones imprudentes pueden tener sobre nosotros mismos y los demás.

Cuarto, un poco de respeto por uno mismo es vital para el equilibrio psicológico. El odio hacia uno mismo puede destruir la personalidad. Necesitamos desarrollar cierto aprecio por lo que somos como individuos y un sentido realista de nuestra propia identidad, ya que la falta de autoestima puede hacer que uno se sienta verdaderamente inútil, lo que no es saludable para el individuo ni útil para la sociedad en general.

En quinto lugar, y alto en la escala de valores, está la creatividad. Esta está estrechamente relacionado con la autonomía y el respeto por sí mismo, ya que la persona independiente tiene cierta confianza en sus propios poderes y está dispuesta a expresar sus talentos únicos. La persona no creativa suele ser conformista, poco dispuesta a abrir nuevos caminos, tímida y temerosa de nuevas salidas. Una persona creativa está dispuesta a ser innovadora y tiene un entusiasmo por la vida que implica aventura y descubrimiento.

Sexto, necesitamos desarrollar una alta motivación, una voluntad de entrar en la vida y emprender nuevos planes y proyectos. Una persona motivada encuentra la vida interesante y emocionante. Un problema para muchas personas es que encuentran la vida y sus trabajos aburridos. Desafortunadamente, simplemente están enmascarando su falta de intensidad de compromiso con aspiraciones y valores elevados.

Séptimo, debemos adoptar una actitud positiva y afirmativa hacia la vida. Necesitamos cierta medida de optimismo de que lo que hagamos importará. Aunque podemos sufrir fracasos y derrotas, debemos creer que venceremos y triunfaremos a pesar de la adversidad.

Hay una serie de valores humanísticos importantes que debemos esforzarnos por realizar en nuestra vida personal y que debemos impartir a los jóvenes. Son las excelencias éticas.

Octavo, una persona afirmativa es capaz de tener algo de joie de vivre, o una vida gozosa, una apreciación de toda la gama de placeres humanos, desde los llamados placeres corporales, como la comida y el sexo, hasta los más ennoblecedores y creativos de los placeres estéticos, intelectuales y morales.

Noveno, si deseamos vivir bien, debemos preocuparnos racionalmente por nuestra salud como condición previa de todo lo demás. Para mantener una buena salud debemos evitar el fumar y las drogas, beber solo con moderación, tratar de reducir el estrés en nuestras vidas y esforzarnos por obtener una nutrición apropiada, ejercicio adecuado y suficiente descanso, y alcanzar la satisfacción sexual y el amor.

Todas estas excelencias apuntan claramente a un summum bonum. El valor intrínseco que buscamos alcanzar es la eudaemonia: felicidad o bienestar. Una mejor palabra para describir tal estado de vida es exuberancia excelsior; es un proceso activo, no pasivo, de perfeccionar nuestros talentos, necesidades y deseos. El fin o la meta de la vida es vivir plena y creativamente, compartiendo con los demás las muchas oportunidades de una experiencia gozosa y una conducta moral. El sentido de la vida no tiene que ser descubierto sólo en el más allá. 

(Traducción del artículo al castellano por Google y revisada por Manuel A. Paz y Miño, y publicado originalmente en inglés como “The Ethics of Humanism Without Religion” en Free Inquiry, volumen 23no. 1, invierno 2002 / 2003, basado en su libro Forbidden Fruit: The Ethics of Humansim [Prometheus Books, 1988traducido a ocho idiomas entre ellos el castellano por M.A. Paz y Miño: El fruto prohibido: La ética del humanismo [Ediciones de Filosofia Aplicada, 2001]).

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