domingo, 12 de abril de 2020

ORIGEN Y EVOLUCIÓN DEL CRISTIANISMO PRIMITIVO EN 15 PUNTOS


Omar Hermoza Delgado
Artista plástico y autor independiente.


ORIGEN Y EVOLUCIÓN DEL CRISTIANISMO PRIMITIVO EN 15 PUNTOS

Lo que sabemos del cristianismo llega distorsionado por la versión que por siglos fue la oficial, que no hace los distingos puntuales y muy necesarios entre historia y teología. La teología es básicamente un constructo artificial que reflexiona sobre hechos de presunta historicidad -y sobre mitos a los que se intenta buscar justificaciones filosóficas en un esfuerzo por validarlos- por un lado se precia de usar un lenguaje filosófico pero partiendo de una falacia de petición de principio, que es: el atributo de divinidad -a la griega- que le dan a un personaje histórico; un atributo que jamás habría aceptado un personaje plenamente judío como lo fue Jesús. Se trata en todo caso, de un gran edificio construido de reflexión muy posterior a lo sucedido y lo no sucedido, por lo cual carece de objetividad y aleja al receptor, el público creyente y no creyente, de un acercamiento real al tiempo original en el que se dieron los hechos y los dichos de los protagonistas, generando por su peculiar lectura -ajena al judaísmo, aunque desde el mismo también existe una corriente que pervive, de idealización del personaje y que también se aleja aunque en menor medida, de la visión histórica-; de manera que surge una gran distorsión, ante la cual por medio de hábil retórica insisten desde el cristianismo, que existe una continuación, un puente entre aquello que afirman y los hechos originales que se retrotraen a Jesús, cuando en realidad tal puente no se sostiene; ya que existe incluso tempranamente, mucho antes del lento desarrollo de la ortodoxia cristiana, en palabras del catedrático en filología y experto en cristianismo primitivo, Antonio Piñero: “un abismo insalvable entre la interpretación que hace Pablo de Tarso, quien repiensa al personaje, de aquello que originalmente representaba Jesús”-.

El sólo hecho de divinizar a una persona sobretodo después de que muere, como se acostumbraba en Grecia y Roma -y de ninguna manera en el judaísmo- representa ya una distorsión con respecto a lo que se quiera saber sobre esa persona. Y si en un discurrir natural que dura décadas y siglos se va construyendo un sistema ideológico que interpreta a esa persona, ya divinizada, nos alejamos aún más. Luego con los siglos esa versión se fortalece, adquiere poder -a partir del S. IV con la cristianización total de Roma- convirtiéndose en la única versión, y transmitió dogmáticamente la “historia” de ese personaje utilizando precisamente esa vía -no con intención premeditada de distorsionar o hacer fraude: sino porque los afectos y la inspiración místicas que participan en el proceso, tienen desde luego un resultado contrario a un intento de descripción “cronista” que logre transmitir con una mínima objetividad, los dichos y hechos sobre el personaje.

No obstante, teniendo en cuenta este problema para acercarnos a la verdad sobre el fenómeno religioso en cuestión, existe afortunadamente una línea de investigación de prestigio académico y objetivo, neutral, que nos permite discernir lo histórico de lo teológico confesional, de la versión que predomina y sostiene que su sistema de creencias constituyen una Verdad incuestionable y "revelada", cuando en realidad es en buena medida el producto de los profundos deseos de las primeras generaciones de seguidores de un judío crucificado por sedición contra Roma (visión histórica) y no por sacrificio vicario (visión teológica que interpreta a posteriori). Sus anhelos y motivaciones son, básicamente los siguientes y los resumo en 15 puntos en orden cronológico, que abarcan un complejo período lleno de cambios:

1. Deseo de reivindicación del pueblo judío ante la opresión de Roma, expresado a través de la literatura judía; ampliada y enriquecida gracias a los hallazgos de Qumrán.

2. Deseo de la venida de una figura mesiánica, que los libere de Roma e instaure un reino con Israel como luz y capital del mundo.

3. Deseo (y a la vez temor) de la llegada del juicio final, con el triunfo “sobre los enemigos de Israel”, que hacia el S. I serían los romanos; comandado por ese Mesías con la ayuda de las huestes celestiales enviadas por la divinidad judía, YHWH de los Ejércitos.

4. Deseo de ver en un carismático judío, carismático en especial entre los pobres y entre las mujeres, un trabajador de la piedra llamado Jesús, sanador, hábil predicador y estudioso autodidacta e intérprete de las escrituras judías, a ese Mesías.

5. Deseo de no aceptar su dramática derrota cuando fue crucificado por Roma, por cometer crimen de lesa majestad en medio de un peligroso y autodestructivo discurso apocalíptico antiromano.

6. Deseo de que una vez muerto, ya que lo consideraban el Mesías en vida, regrese para cumplir con su misión divina de expulsar a los romanos. Lo cual genera, aquí lo crucial:

7. Deseo de verlo nuevamente, resucitado, esperar su pronto retorno triunfal y orar para “estar bien preparados” en su llegada con un inminente apocalipsis.

8. Deseo de que el culto a su recuerdo crezca, para lo cual, tendrán que hacerlo más amistoso y menos judío, frente a los romanos; tarea emprendida inicialmente por Pablo de Tarso, cuya prédica representa una ventana abierta desde el judaísmo hacia un nuevo fenómeno religioso que se forjará debido al ingreso de paganos, por esa ventana abierta por el visionario judío. Al parecer, Pablo de Tarso habría “abierto la ventana” interpretando un anhelo de que se cumpla una profecía apocalíptica: la “promesa de YHWH a Abrahám, de ser padre de numerosos pueblos antes del fin del mundo”, tesis desarrollada en el libro Guía para entender a Pablo de Tarso, de Antonio Piñero.

9. Deseo de atraer de esa manera, a los paganos que tuvieran más simpatía hacia el judaísmo, quienes a su vez tenían una mayor religiosidad y estaban obsesionados con la idea de la salvación del alma; seguidores de los Misterios, cultos ocultistas griegos en los cuales debían purificarse durante meses y adquirir el alma una nueva dimensión, que se revelara en fusión con el arquetipo de la divinidad de un determinado templo -por ejemplo los de Atis, Isis o Eleusis-. Pablo de Tarso facilitó el ingreso de esos paganos mistéricos al culto judío hacia el mesías Jesús, eliminando principalmente el requisito judío de la circunsición.

10. Deseo de despojar a Jesús de la responsabilidad que tuvo, primero por la crucifixión de dos de sus seguidores, y principalmente por representar ser uno de los factores que sumaron en contra de su pueblo, cuando los romanos destruyeron Jerusalén aniquilando a la mayor parte de la población en la terrible hecatombe del año 70, luego de una rebelión cuyo principal móvil estuvo constituido precisamente, por las creencias apocalípticas: la convicción de “recibir la ayuda celestial”, creencias que están bien documentadas. Se deduce del texto de Flavio Josefo, que esa responsabilidad de Jesús, compartida con otras figuras mesiánicas que azuzaron a la guerra, fue un dolor de cabeza para la incipiente nueva religión debido a que se trataba de un personaje muy distinto del idealizado; provocando por esa realidad antipropagandística, que primero no citaran el texto del historiador desde el S. II y más adelante, recién en el S. IV, manos cristianas realizaran cambios a favor, en el llamado Testimonium Flavianum, cambios evidentes a los análisis filológicos.

11. Deseo de convertir a Jesús en una figura de culto más universal, quitándole el nacionalismo -un nacionalismo mal visto y considerado peligroso desspués de la guerra- con lo que dejará de ser un Mesías exclusivo judío y lo convertirán en un Salvador de almas cosmopolita entendido como lo entendía la concepción griega, con un término griego y para nada judío, que es el Christós, dando origen a la transformación del recuerdo del Jesús judío ultranacionalista en el nuevo Cristo universal, mezclando a ambas figuras en los textos, -siendo los evangelios de una fundamental teología paulina- surgiendo así el Jesucristo, una amalgama cultural judía/griega; que de haber llegado a la ancianidad y enterarse el Jesús histórico, originalmente enemigo de los paganos y de sus ideas: se habría escandalizado.

12. Deseo de olvidar o disimular la derrota y el verdadero motivo de su ejecución -crimen de lesa majestad por declararse o permitir que lo declararan “rey de los judíos” y discurso apocalíptico sedicioso contra Roma- y reemplazar la derrota por un pretendido triunfo mediante un sacrificio vicario, en donde voluntariamente redime a la humanidad; visión resultante precisamente, de la entrada “por la ventana que abrió Pablo” de concepciones griegas y principalmente mistéricas, en donde divinidades como Dioniso “mueren y resucitan para redimir y despertar el alma humana” (David Hernández de la Fuente, filólogo de la Universidad Complutense de Madrid). Jesús pasa también de ser culpable y violentista, a inocente dador de la otra mejilla; de humano y judío, a redentor de estilo mistérico griego.

13. Deseo natural de hacer triunfar a ese modo particular de interpretar y reinterpretar la figura del crucificado, (teología de Pablo de Tarso y sus seguidores) frente a otras interpretaciones que constituyeron otros cristianismos, hoy perdidos.

14. Deseos de que ese Cristo, ya divinizado, triunfe al resultar una mejor opción para la "salvación de almas" al ofrecerse gratuita, frente a la opción que ofrecían los paganos mistéricos en muy costosos y complicados cultos, que principalmente por esa razón estaban en cierto declive.

15. Deseos de sentir profundamente que esa figura divinizada, los ame; necesidades naturales de sentirse protegidos frente a las adversidades de la tiranía de Roma, de las injusticias de la vida y finalmente, de la misma muerte.

Esos deseos y profundas necesidades, constituyen y explican el origen de las creencias y motivaciones de las primeras generaciones de seguidores de Jesús, insertos en un marco cultural dinámico y bastante activo en las relaciones de Israel con el mundo grecorromano; dándose un caldo de cultivo para creencias que confluyeron y fueron evolucionando con el tiempo, gestando, principalmente después de la guerra con Roma, una religión que si bien carece de elementos originales -a pesar de su prédica- y resulta por el contrario, un ejemplo de dinámico sincretismo entre lo judío y lo pagano, resultó determinante para el desarrollo de la cultura occidental y cuya influencia continúa hasta la actualidad.

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