martes, 1 de agosto de 2023

APUNTES BREVES SOBRE LA CONTINUIDAD DE UN NUEVO OSCURANTISMO

El conjuro (1798) de Francisco de Goya


BRIEF NOTES ON THE CONTINUITY OF A NEW OBSCURANTISM

Juan Pablo Jaime Nieto,

Maestro en Filosofía Contemporánea Aplicada por la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) y Profesor de área en Ateneo Educativo de Formación Integral.

Correo-e: llamamewinston@gmail.com

 

Resumen: El oscurantismo es una forma en que se ha referido, de manera peyorativa, a la edad media, precisamente porque la rectoría del pensamiento de aquella época era manejada por hombres oscuros, a decir, religiosos y escolásticos, que bajo su control ejercieron una forma de poder basada en la creación deliberada de ignorancia. Sin embargo, el oscurantismo, como acción, no es propio de una época, ya que se ha manifestado en otros tiempos, incluido el nuestro, donde lo podemos ver como un ejercicio de control en la política, el mercado, el crimen organizado, etc.    

Palabras clave: oscurantismo, agnotología, protesta, Ilustración, anarquía 

 

Abstract: Obscurantism it’s a pejorative form to refer middle age, precisely because the thought rectory of that era was driven by obscure man such as religious and scholastics. Under their control they exercised a form of power based in the creation of deliberate ignorance. Nonetheless obscurantism as an action does not belong properly to a specific era, since it has manifested other moments, including our current time, where we can see it as a domination exercise trough politics, market, organized crime, etc.        

Key words: obscurantism, agnotology, protest, Illustration, anarchy

  

Inicio

El término oscurantismo, o el término oscurantista, posee una fuerte carga de significado, ya sea en los linderos del lenguaje técnico o del lenguaje coloquial, dado que refiere una lucha en contra del conocimiento o de las consecuencias de este cuando llega a un nivel de revelación. Por estos motivos, vale la pena analizar dos cuestiones en estas palabras iniciales, ya que al decir que el conocimiento alcanza un nivel de revelación, significa que este se transforma en un medio potencial para advertir al individuo sobre su propia condición y de lo que lo rodea. Así, cuando el conocimiento produce un cambio irreversible en las estructuras de pensamiento del individuo, su emancipación comienza a tomar rumbo. Por otra parte, vamos a considerar el oscurantismo como una práctica que busca evitar esa transformación del individuo, manipulando hechos y conocimientos que pudieran representar un cambio efectivo en las estructuras del pensamiento, así como en las acciones ligadas a dicha forma de pensar.   

Por su parte, el concepto de oscurantismo ha sido desacertada y parcialmente asociado con la época medieval, y en tanto que se aborda el origen del mismo, es interesante revivir la situación en la que fue acuñado al calor de una discusión renacentista protagonizada por el humanista Johann Reuchlin, sus defensores y la orden de los dominicanos quienes proponían una conversión de los judíos al cristianismo por la fuerza. Palabras más, palabras menos, el concepto de oscurantismo fue adoptado como calificativo para describir un ejercicio injurioso pero real cuya manifestación persiste en nuestros tiempos, razón por la cual valdría la pena preguntarse qué tan reales son las condicionantes del oscurantismo más allá de su mordacidad como concepto, y cuál es su realidad, especialmente en lo actual, pues si una época como la medieval fue tildada de oscurantista por sus oposiciones al desarrollo libre de conocimiento, ¿hasta dónde nuestros días poseen esa característica?    

El origen del término

Para iniciar me gustaría explicar por qué la época medieval es llamada oscurantista, retomando la controversia sobre la conversión de los judíos entre el señalado Reuchlin y el monje dominico de origen hebreo, Johannes Pfefferkorn, ya que la tolerancia mostrada por el humanista alemán fue sancionada por considerársele de apoyo a los judíos, levantando un debate general en el que otros intelectuales del momento firmaron una carta de apoyo a favor de Reuchlin, aunque de igual manera redactaron otra colección de textos paródicos titulados Epistolae Obscurorum Virorum (Carta de los varones oscuros), dirigidos a la orden monacal.

Las querellas de estos textos, señalados a través del adjetivo “oscuros”, fueron retomados por algunos pensadores modernos quienes comenzaron a utilizar la expresión para difamar toda actitud conservadora y antiprogresista mostrada, según ellos, por los herederos del medievalismo, dígase religiosos y escolásticos, o, al menos, a personas de carácter cerrado y dogmático a quienes simplemente llamaron oscurantistas, lo que llegó a mistificar extremadamente la representación de una época entera.        

Es verdad que en las épocas medievales (baja y alta) existió una rectoría del pensamiento administrada por poderes eclesiásticos y civiles, apoyados uno y otro en el fomento de proyectos que delinearon la historia con violencia y fanatismo, aunque ese es solo uno de los rasgos de la época, lo cual tiene méritos para ser tomado como oscurantista por la manipulación de hechos y conocimientos implicada. No obstante, siendo así, y desde una perspectiva más completa, podríamos afirmar que el oscurantismo no es privativo de la Edad Media, sino que la historia universal está llena de episodios oscurantistas tales como las condenas de Sócrates, Hipatia, Tomás Moro o la de Bruno; el proceso de Galileo; las grandes quemas de libros[1]; la aparición del fascismo, del estado totalitario soviético e incluso el capitalismo. ¿Por qué no llamarle oscurantistas, si al final del día detrás del oscurantismo existe una forma de poder disimulada que los ejecuta?        

Ignorancia y agnotología

En efecto, la práctica oscurantista crece en favor de un poder que la explota administrando ciertas formas de ignorancia, entendiendo el poder como la abstracción de un conjunto de personas que influyen en las diferentes dinámicas sociales como el comercio, la seguridad, la educación, la cultura y desde luego la política, pero entendiendo también la ignorancia como un fenómeno complejo más allá de lo que representa simplemente como falta de conocimiento[2], porque de hecho la ignorancia puede ser producida de manera deliberada y cultural con una finalidad, y en este rubro existe un campo de estudio dedicado al análisis sobre la generación y extensión de la ignorancia como una creación cultural conocido como agnotología, ilustrada por el trabajo de autores como Robert Proctor, Peter Gallison o Michael Smithson[3].   

Parte de la agnotología se dedica al estudio de casos manifiestos en los que gobiernos e industrias, o instancias similares, deliberadamente sesgan un conocimiento, muchas veces con la intención de mantener los beneficios de sus miembros. Un ejemplo de ello es la industria tabacalera norteamericana, que a mediados del siglo XX ocultó información científica relevante relacionada con los efectos negativos en el consumo de tabaco[4]. Si este sesgo de información no es una forma de oscurantismo capitalista, no entiendo qué otra cosa lo podría ser, ya que, con ello, las comercializadoras de tabaco evadieron responsabilidades ocultando y tergiversando diagnósticos científicos sobre la relación entre el desarrollo de ciertas enfermedades y el consumo de esta sustancia, sin mencionar el incremento en las ganancias que obtuvo esta industria a largo de los años.        

Por otro lado, decíamos ya que la ignorancia es un tema muy complejo debido a las diferentes formas en que se manifiesta, sea natural, voluntaria, dialéctica, imprevisible, necesaria o deliberada[5], y dependiendo de sus circunstancias es que estimamos su conveniencia. Quizá no saber si poseemos una enfermedad crónica sea bueno para nosotros, pero quizá no sea tan bueno no saber primeros auxilios. Quizá mucho peor idea sería saber la fecha de nuestra muerte, o quizá eso dependa de quién lo pregunte. Desde esta perspectiva, la ignorancia no puede reducirse a una sola forma de expresión, posee matices y uno de ellos es su posibilidad de introyección con finalidades premeditadas, es decir, crear y administrar ignorancia como se señala en la agnotología estudiada por Proctor y otros. De hecho, esa es la esencia del oscurantismo, y el oscurantismo busca totalizar la experiencia de lo que trata de preservar: una manipulación a partir del manejo de una serie de datos diseñados con ese fin, generalmente enajenantes; por tanto, señalaremos dos técnicas relacionadas con la creación de ignorancia en ejemplos como la censura y la prefabricación de necesidades.       

La estrategia oscurantista

En su obra titulada Contra la censura, el escritor sudafricano John Maxwell Coetzee dice que: “(…) el censor trata de refrenar el entusiasmo por los libros, las imágenes o las ideas sometidos a escrutinio.”[6] Una de las principales tesis de Coetzee, es que la censura se hace efectiva en las acciones que alguien lleva a cabo para despertar frente a una norma establecida opresora, suficiente para que instancias como las estatales cumplan un proceso “correctivo” basado en la defensa de supuestos intereses supremos. Bajo estos lineamientos, la censura actúa como una herramienta totalitaria que ahoga las ideas y sus formas der manifestarlas, incluyendo la protesta, de tal suerte que, expresiones como el arte o la literatura son constreñidas por ideologías oscurantistas como el fascismo nazi, que censuraba toda forma de arte que no estuviera encauzada por las cualidades del heroísmo germánico como se mostraba en la plástica de Breker, Kolbe o Thorak. De manera similar ocurrieron los procesos de censura padecidos por los escritores soviéticos que no se apegaban al canon doctrinario del estado, y ahí evocamos casos de autores como los de Pasternak, Solzhenitsyn o Sivianski, generando historias paralelas de resistencia como el Smizdat, que era la copia y distribución clandestina de literaturas prohibidas por el régimen.         

Por otro lado, señalaré la prefabricación de necesidades como otra técnica implementada por los oscurantismos, y en este rubro podemos explayarnos resaltando necesidades como el sobrevalorado sistema democrático, donde la no participación en el mismo atrae señalamientos culposos como el aislamiento de la historia o la autoimposición de silencio: si no votas, no eres parte del cambio. Si no votas, no te quejes, y vale decir que el voto no es nuestra mejor facultad política, pero es la que a algunos sistemas le conviene vender como la mejor carta de visibilidad al individuo. Mientras tanto, el voto se vuelve una estrategia unidireccional, útil para empoderar, pero no para destituir, porque en la lógica democrática (cuando menos en muchos lugares de Latinoamérica) eres libre de escoger, pero tus derechos se revierten cuando se trata de destituir al elegido. Entonces el individuo, ya es un votante sino un sedicioso, si acaso ponen atención a las expresiones y movimientos de inconformidad.   

Pero en términos concretos, existe una prefabricación de necesidades guiada por el mercado, donde las mercancías fluyen bajo el argumento de su primordialidad. Una versión del i-phone, por ejemplo, era capaz de funcionar solo con los movimientos y la detección del rostro, y esa interacción representó una plusvalía de esa mercancía, porque no se trata solo del dispositivo sino de la vinculación de elevado grado y personalización que antes no existía, y si lo había no pasaba de insertar una clave numérica personal. Por tanto, dicha innovación no solo caracterizaba un avance tecnológico, sino que garantizaba, a su decir, un manejo más personalizado de la unidad, y ya que la intimidad telefónica es un derecho en sí, aquella versión de i-phone revelaba un beneficio en ese entonces novedoso y útil: el control del artefacto en un elevado grado de personalización, algo que al menos se percibía como una enorme plusvalía del dispositivo de comunicación más elitista a nivel mundial. ¿Necesidad legítima o necesidad prefabricada? Lo dejo a su juicio…         

Así pues, dentro del oscurantismo señalado, la censura se manifiesta como un acto violento, mientras que la prefabricación de necesidades lo hace como una introyección en la mente de los potenciales consumidores, votantes, trabajadores, etc. En el núcleo de estas prácticas, el poder factura sus soberanías al punto de privatizar algo más que dividendos, porque a través del oscurantismo privatiza manipulación e impunidad. ¿Quién perpetró las masacres de Tlatelolco y Ayotzinapa? ¿Quién consintió las irregularidades de la guardería ABC?[7] ¿Públicamente qué tanto sabemos de estas y otras situaciones? En 2018, Global Witness y The Guardian dieron a conocer el asesinato de 197 activistas ecológicos en 2017 alrededor del mundo. ¿Qué tanto sabemos públicamente de todos estos acontecimientos? La diferencia entre ignorancia y administración de la ignorancia es el oscurantismo, y es de verse que el oscurantismo representa impunidad y perversión.   

Conclusiones

Quizá la ignorancia es algo inevitable, una propiedad de los seres cognoscentes, pero el oscurantismo no, y de nosotros depende que así sea evitando otra forma de ignorancia conocida como “ignorancia voluntaria”, la cual me gustaría ilustrar con este comentario final. En un capítulo de la serie televisiva “The X files”, el agente Mulder habla con un mentado Dr. Them que es el máximo investigador en el terreno de la manipulación mental colectiva. El Dr. Them habla ahí de la era post-conspiración donde los hechos ya no se esconden, solo se recomunican. El Dr. Them dice que para “ocultar” los hechos ahora solo basta mostrarlos de manera tal que lo que se dice de ellos parezca tan absurdo y falso que no quede otro camino más que rechazarlos hasta que la mente del individuo los haga a un lado por considerarlos un engaño. Esta idea parece referir a los famosos fake wews.

No estamos diciendo que hay que creer en las fake news, nuestra opinión es que, frente a toda forma de manipulación debemos de recuperar nuestras capacidades críticas a partir de lo que hay a nuestro alcance, luchando por nosotros mismos y nuestros prójimos en contra de la ignorancia deliberadamente creada, la ignorancia voluntaria y los oscurantismos, tomando como guía el ejemplo filosófico de Immanuel Kant en su definición de Ilustración, donde promulga el conocido Sapere aude, atrévete a saber por ti; atrévete a distinguir y a generar tus juicios, tu crítica, tus inconformidades. El principio de la emancipación es “(…) la liberación del hombre de su culpable incapacidad, porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor de servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro.”[8], obteniendo así no los principios de un nuevo mundo, sino los de una ética de vida que en lo personal llamaría anarquismo y autogestión.

Bibliografía

Aguirre, Pedro Arturo, Historia mundial de la megalomanía, Debate, México, 2014

Coetzee, J. M., Contra la censura, Debate, México, 2007  

Gross, Mathias &, McGoey, Linsey, Routledge International Handbook of Ignorance Studies, Routledge, UK, 2015

Kant, Immanuel, Filosofía de la historia, FCE, México, 2002

Polastron, Lucien X., Historia de la interminable destrucción de bibliotecas, FCE, México, 2014

Proctor, Robert, The making and unmaking of ignorance, Stanford University Press, USA, 1995

Proctor, Robert, Golden holocaust, University of California Press, USA, 2011



[1] Para ejemplos más precisos de esta situación, ver Polastron, Lucien X., Libros en llamas. Historia de la interminable destrucción de bibliotecasFCE, México, 2007. 

[2] Los nuevos estudios sobre la ignorancia nos dan un panorama más amplificado de lo que significa ignorar. Entre otros, se recomienda la obra de autores como Nikolaj Nottelman, Rik Peels, Martjin Blauw, Maria Vogt, Jerome Ravetz, Robert Proctor. 

[3] Ver Proctor, Robert, The making and unmaking of ignorance, Stanford University Press, USA, 1995

[4] Ver Proctor, Robert, Golden holocaust, University of California Press, USA, 2011

[5] Para una mejor clasificación de la ignorancia, ver el artículo titulado Ignorance and investigation, de Maria Vogt y Jens Haas en Routledge International Handbook of Ignorance Studies

[6] Ver Coetzee, J. M., Contra la censura, Debate, México, 2007, p. 10    

[7] Acontecimientos ocurridos en México en diferentes años y administraciones gubernamentales.

[8] Ver Kant, Immanuel, ¿Qué es la Ilustración?, en Filosofía de la historia, FCE, México, 2002, p. 25


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