BRIEF NOTES ON THE CONTINUITY OF A NEW OBSCURANTISM
Juan
Pablo Jaime Nieto,
Maestro en Filosofía Contemporánea Aplicada por la Universidad
Autónoma de Querétaro (UAQ) y Profesor de área en Ateneo Educativo de
Formación Integral.
Correo-e: llamamewinston@gmail.com
Resumen: El oscurantismo es una forma en que se ha referido, de manera peyorativa, a la
edad media, precisamente porque la rectoría del pensamiento de aquella época
era manejada por hombres oscuros, a decir, religiosos y escolásticos, que bajo
su control ejercieron una forma de poder basada en la creación deliberada de
ignorancia. Sin embargo, el oscurantismo, como acción, no es propio de una
época, ya que se ha manifestado en otros tiempos, incluido el nuestro, donde lo
podemos ver como un ejercicio de control en la política, el mercado, el crimen
organizado, etc.
Palabras
clave: oscurantismo, agnotología, protesta, Ilustración,
anarquía
Abstract: Obscurantism it’s a pejorative form to refer middle age, precisely because the thought rectory of that era was driven by obscure man such as religious and scholastics. Under their control they exercised a form of power based in the creation of deliberate ignorance. Nonetheless obscurantism as an action does not belong properly to a specific era, since it has manifested other moments, including our current time, where we can see it as a domination exercise trough politics, market, organized crime, etc.
Key words: obscurantism, agnotology, protest, Illustration,
anarchy
Inicio
El
término oscurantismo, o el término oscurantista, posee una fuerte carga de
significado, ya sea en los linderos del lenguaje técnico o del lenguaje
coloquial, dado que refiere una lucha en contra del conocimiento o de las
consecuencias de este cuando llega a un nivel de revelación. Por estos motivos,
vale la pena analizar dos cuestiones en estas palabras iniciales, ya que al decir
que el conocimiento alcanza un nivel de revelación, significa que este se
transforma en un medio potencial para advertir al individuo sobre su propia
condición y de lo que lo rodea. Así, cuando el conocimiento produce un cambio
irreversible en las estructuras de pensamiento del individuo, su emancipación
comienza a tomar rumbo. Por otra parte, vamos a considerar el oscurantismo como
una práctica que busca evitar esa transformación del individuo, manipulando
hechos y conocimientos que pudieran representar un cambio efectivo en las
estructuras del pensamiento, así como en las acciones ligadas a dicha forma de
pensar.
Por
su parte, el concepto de oscurantismo ha sido desacertada y parcialmente asociado
con la época medieval, y en tanto que se aborda el origen del mismo, es
interesante revivir la situación en la que fue acuñado al calor de una
discusión renacentista protagonizada por el humanista Johann Reuchlin, sus
defensores y la orden de los dominicanos quienes proponían una conversión de
los judíos al cristianismo por la fuerza. Palabras más, palabras menos, el
concepto de oscurantismo fue adoptado como calificativo para describir un
ejercicio injurioso pero real cuya manifestación persiste en nuestros tiempos,
razón por la cual valdría la pena preguntarse qué tan reales son las condicionantes
del oscurantismo más allá de su mordacidad como concepto, y cuál es su
realidad, especialmente en lo actual, pues si una época como la medieval fue
tildada de oscurantista por sus oposiciones al desarrollo libre de conocimiento,
¿hasta dónde nuestros días poseen esa característica?
El origen del término
Para
iniciar me gustaría explicar por qué la época medieval es llamada oscurantista,
retomando la controversia sobre la conversión de los judíos entre el señalado
Reuchlin y el monje dominico de origen hebreo, Johannes Pfefferkorn, ya que la
tolerancia mostrada por el humanista alemán fue sancionada por considerársele
de apoyo a los judíos, levantando un debate general en el que otros
intelectuales del momento firmaron una carta de apoyo a favor de Reuchlin,
aunque de igual manera redactaron otra colección de textos paródicos titulados Epistolae Obscurorum Virorum (Carta de los varones oscuros), dirigidos
a la orden monacal.
Las
querellas de estos textos, señalados a través del adjetivo “oscuros”, fueron
retomados por algunos pensadores modernos quienes comenzaron a utilizar la
expresión para difamar toda actitud conservadora y antiprogresista mostrada,
según ellos, por los herederos del medievalismo, dígase religiosos y
escolásticos, o, al menos, a personas de carácter cerrado y dogmático a quienes
simplemente llamaron oscurantistas, lo que llegó a mistificar extremadamente la representación de una
época entera.
Es
verdad que en las épocas medievales (baja y alta) existió una rectoría del
pensamiento administrada por poderes eclesiásticos y civiles, apoyados uno y
otro en el fomento de proyectos que delinearon la historia con violencia y
fanatismo, aunque ese es solo uno de los rasgos de la época, lo cual tiene méritos
para ser tomado como oscurantista por la manipulación de hechos y conocimientos
implicada. No obstante, siendo así, y desde una perspectiva más completa,
podríamos afirmar que el oscurantismo no es privativo de la Edad Media, sino
que la historia universal está llena de episodios oscurantistas tales como las condenas
de Sócrates, Hipatia, Tomás Moro o la de Bruno; el proceso de Galileo;
las grandes quemas de libros[1];
la aparición del fascismo, del estado totalitario soviético e incluso el
capitalismo. ¿Por qué no llamarle oscurantistas, si al final del día detrás del
oscurantismo existe una forma de poder disimulada que los ejecuta?
Ignorancia y agnotología
En
efecto, la práctica oscurantista crece en favor de un poder que la explota
administrando ciertas formas de ignorancia, entendiendo el poder como la
abstracción de un conjunto de personas que influyen en las diferentes dinámicas
sociales como el comercio, la seguridad, la educación, la cultura y desde luego
la política, pero entendiendo también la ignorancia como un fenómeno complejo
más allá de lo que representa simplemente como falta de conocimiento[2],
porque de hecho la ignorancia puede ser producida de manera deliberada y cultural
con una finalidad, y en este rubro existe un campo de estudio dedicado al
análisis sobre la generación y
extensión de la ignorancia como una creación cultural conocido como
agnotología, ilustrada por el trabajo de autores como Robert Proctor, Peter Gallison
o Michael Smithson[3].
Parte
de la agnotología se dedica al estudio de casos manifiestos en los que
gobiernos e industrias, o instancias similares, deliberadamente sesgan un
conocimiento, muchas veces con la intención de mantener los beneficios de sus
miembros. Un ejemplo de ello es la industria tabacalera norteamericana, que a
mediados del siglo XX ocultó información científica relevante relacionada con
los efectos negativos en el consumo de tabaco[4].
Si este sesgo de información no es una forma de oscurantismo capitalista, no
entiendo qué otra cosa lo podría ser, ya que, con ello, las comercializadoras
de tabaco evadieron responsabilidades ocultando y tergiversando diagnósticos
científicos sobre la relación entre el desarrollo de ciertas enfermedades y el
consumo de esta sustancia, sin mencionar el incremento en las ganancias que
obtuvo esta industria a largo de los años.
Por
otro lado, decíamos ya que la ignorancia es un tema muy complejo debido a las
diferentes formas en que se manifiesta, sea natural, voluntaria, dialéctica,
imprevisible, necesaria o deliberada[5],
y dependiendo de sus circunstancias es que estimamos su conveniencia. Quizá no
saber si poseemos una enfermedad crónica sea bueno para nosotros, pero quizá no
sea tan bueno no saber primeros auxilios. Quizá mucho peor idea sería saber la
fecha de nuestra muerte, o quizá eso dependa de quién lo pregunte. Desde esta
perspectiva, la ignorancia no puede reducirse a una sola forma de expresión,
posee matices y uno de ellos es su posibilidad de introyección con finalidades
premeditadas, es decir, crear y administrar ignorancia como se señala en la agnotología estudiada
por Proctor y otros. De hecho, esa es la esencia del oscurantismo, y el
oscurantismo busca totalizar la experiencia de lo que trata de preservar: una
manipulación a partir del manejo de una serie de datos diseñados con ese fin,
generalmente enajenantes; por tanto, señalaremos dos técnicas relacionadas con
la creación de ignorancia en ejemplos como la censura y la prefabricación de
necesidades.
La estrategia
oscurantista
En
su obra titulada Contra la censura,
el escritor sudafricano John Maxwell Coetzee dice que: “(…) el censor trata de
refrenar el entusiasmo por los libros, las imágenes o las ideas sometidos a
escrutinio.”[6]
Una de las principales tesis de Coetzee, es que la censura se hace efectiva en las
acciones que alguien lleva a cabo para despertar frente a una norma establecida
opresora, suficiente para que instancias como las estatales cumplan un proceso “correctivo”
basado en la defensa de supuestos intereses supremos.
Bajo estos lineamientos, la censura actúa como una herramienta totalitaria que
ahoga las ideas y sus formas der manifestarlas, incluyendo la protesta, de tal
suerte que, expresiones como el arte o la literatura son constreñidas por
ideologías oscurantistas como el fascismo nazi, que censuraba toda forma de
arte que no estuviera encauzada por las cualidades del heroísmo germánico como
se mostraba en la plástica de Breker, Kolbe o Thorak. De manera similar
ocurrieron los procesos de censura padecidos por los escritores soviéticos que
no se apegaban al canon doctrinario del estado, y ahí evocamos casos de autores
como los de Pasternak, Solzhenitsyn o Sivianski, generando historias paralelas
de resistencia como el Smizdat, que era la copia y distribución clandestina de
literaturas prohibidas por el régimen.
Por
otro lado, señalaré la prefabricación de necesidades como otra técnica implementada
por los oscurantismos, y en este rubro podemos explayarnos resaltando necesidades
como el sobrevalorado sistema democrático, donde la no participación en el
mismo atrae señalamientos culposos como el aislamiento de la historia o la
autoimposición de silencio: si no votas, no eres parte del cambio. Si no votas,
no te quejes, y vale decir que el voto no es nuestra mejor facultad política,
pero es la que a algunos sistemas le conviene vender como la mejor carta de visibilidad
al individuo. Mientras tanto, el voto se vuelve una estrategia unidireccional,
útil para empoderar, pero no para destituir, porque en la lógica democrática
(cuando menos en muchos lugares de Latinoamérica) eres libre de escoger, pero
tus derechos se revierten cuando se trata de destituir al elegido. Entonces el
individuo, ya es un votante sino un sedicioso, si acaso ponen atención a las
expresiones y movimientos de inconformidad.
Pero
en términos concretos, existe una prefabricación de necesidades guiada por el
mercado, donde las mercancías fluyen bajo el argumento de su primordialidad. Una
versión del i-phone, por ejemplo, era capaz de funcionar solo con los
movimientos y la detección del rostro, y esa interacción representó una
plusvalía de esa mercancía, porque no se trata solo del dispositivo sino de la vinculación
de elevado grado y personalización que antes no existía, y si lo había no
pasaba de insertar una clave numérica personal. Por tanto, dicha innovación no
solo caracterizaba un avance tecnológico, sino que garantizaba, a su decir, un
manejo más personalizado de la unidad, y ya que la intimidad telefónica es un
derecho en sí, aquella versión de i-phone revelaba un beneficio en ese entonces
novedoso y útil: el control del artefacto en un elevado grado de personalización, algo que al menos se
percibía como una enorme plusvalía del dispositivo de comunicación más elitista
a nivel mundial. ¿Necesidad legítima o necesidad prefabricada? Lo dejo a su
juicio…
Así
pues, dentro del oscurantismo señalado, la censura se manifiesta como un acto
violento, mientras que la prefabricación de necesidades lo hace como una
introyección en la mente de los potenciales consumidores, votantes,
trabajadores, etc. En el núcleo de estas prácticas, el poder factura sus
soberanías al punto de privatizar algo más que dividendos, porque a través del
oscurantismo privatiza manipulación e impunidad. ¿Quién perpetró las masacres
de Tlatelolco y Ayotzinapa? ¿Quién consintió las irregularidades de la
guardería ABC?[7]
¿Públicamente qué tanto sabemos de estas y otras situaciones? En 2018, Global
Witness y The Guardian dieron a conocer el asesinato de 197 activistas
ecológicos en 2017 alrededor del mundo. ¿Qué tanto sabemos públicamente de
todos estos acontecimientos? La diferencia entre ignorancia y administración de
la ignorancia es el oscurantismo, y es de verse que el oscurantismo representa
impunidad y perversión.
Conclusiones
Quizá
la ignorancia es algo inevitable, una propiedad de los seres cognoscentes, pero
el oscurantismo no, y de nosotros depende que así sea evitando otra forma de
ignorancia conocida como “ignorancia voluntaria”, la cual me gustaría ilustrar
con este comentario final. En un capítulo de la serie televisiva “The X files”,
el agente Mulder habla con un mentado Dr. Them que es el máximo investigador en
el terreno de la manipulación mental colectiva. El Dr. Them habla ahí de la era
post-conspiración donde los hechos ya no se esconden, solo se recomunican. El
Dr. Them dice que para “ocultar” los hechos ahora solo basta mostrarlos de
manera tal que lo que se dice de ellos parezca tan absurdo y falso que no quede
otro camino más que rechazarlos hasta que la mente del individuo los haga a un
lado por considerarlos un engaño. Esta idea parece referir a los famosos fake wews.
No
estamos diciendo que hay que creer en las fake
news, nuestra opinión es que, frente a toda forma de manipulación debemos
de recuperar nuestras capacidades críticas a partir de lo que hay a nuestro
alcance, luchando por nosotros mismos y nuestros prójimos en contra de la
ignorancia deliberadamente creada, la ignorancia voluntaria y los
oscurantismos, tomando como guía el ejemplo filosófico de Immanuel Kant en su
definición de Ilustración, donde promulga el conocido Sapere aude, atrévete a saber por ti; atrévete a distinguir y a
generar tus juicios, tu crítica, tus inconformidades. El principio de la
emancipación es “(…) la liberación del hombre de su culpable incapacidad,
porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor
de servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro.”[8],
obteniendo así no los principios de un nuevo mundo, sino los de una ética de
vida que en lo personal llamaría anarquismo y autogestión.
Bibliografía
Aguirre,
Pedro Arturo, Historia mundial de la
megalomanía, Debate, México, 2014
Coetzee,
J. M., Contra la censura, Debate,
México, 2007
Gross, Mathias &, McGoey, Linsey,
Routledge International Handbook of
Ignorance Studies, Routledge, UK, 2015
Kant,
Immanuel, Filosofía de la historia,
FCE, México, 2002
Polastron,
Lucien X., Historia de la interminable
destrucción de bibliotecas, FCE, México, 2014
Proctor, Robert, The
making and unmaking of ignorance, Stanford University Press, USA, 1995
Proctor, Robert, Golden
holocaust, University of California Press, USA, 2011
[1] Para ejemplos más precisos de esta situación, ver Polastron, Lucien X., Libros en llamas. Historia de la interminable destrucción de bibliotecas, FCE, México, 2007.
[2] Los nuevos estudios sobre la ignorancia
nos dan un panorama más amplificado de lo que significa ignorar. Entre otros,
se recomienda la obra de autores como Nikolaj Nottelman, Rik Peels, Martjin
Blauw, Maria Vogt, Jerome Ravetz, Robert Proctor.
[3] Ver Proctor,
Robert, The making and unmaking of
ignorance, Stanford University Press, USA, 1995
[4] Ver Proctor, Robert,
Golden holocaust, University of
California Press, USA, 2011
[5] Para una mejor clasificación de la
ignorancia, ver el artículo titulado Ignorance
and investigation, de Maria Vogt y Jens Haas en Routledge International Handbook of Ignorance Studies
[6] Ver Coetzee, J. M., Contra la censura, Debate, México, 2007, p. 10
[7] Acontecimientos ocurridos en México en
diferentes años y administraciones gubernamentales.
[8] Ver Kant, Immanuel, ¿Qué es la Ilustración?, en Filosofía
de la historia, FCE, México, 2002, p. 25
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