Héctor Ávalos (1958 - 2021)
Mag. en Teología y PhD en Estudios bíblicos y del Medio Oriente,
Profesor de Estudios religiosos, Universidad Estatal de Iowa
Correo-e: havalos@iastate.edu
Profesor de Estudios religiosos, Universidad Estatal de Iowa
Correo-e: havalos@iastate.edu
Leyendo la Biblia en México
Dos preguntas siempre surgen cuando los creyentes cristianos se enteran de que soy agnóstico o ateo*.
Una es: ¿Cómo es que una persona pudo haber llegado a ser ateo o agnóstico con sus estudios de la Biblia?
Mi respuesta menos complicada es que soy agnóstico o ateo precisamente porque he estudiado la Biblia, y porque me he dado cuenta de que muchas cosas que los creyentes comunes no conocen.
Las razones específicas han sido explicadas en detalle en mi libro,¿Se puede saber si Dios existe?, el cual es probablemente el único libro escrito originalmente en español por un ateo y erudito bíblico académico nacido en América Latina.
Otra pregunta común es: ¿Cómo se puede vivir una vida productiva y feliz sin Dios?
En sí, un concepto muy popular es que el ateo es una persona amargada, que no tiene ningún motivo para vivir, o vive una vida que no le satisface. Muchos piensan que el ateo es una persona que se dedica a los vicios y placeres sin conciencia.
Aquí deseo exponer como llegué a descubrir las verdades que he discutido en mi libro desde un punto de vista personal, y también demostrar que un agnóstico o ateo puede vivir una vida productiva y que se considere buena en nuestra sociedad.
MI VIDA CRISTIANA
En un burro en los cerros de Nogales
Nací en Nogales, Sonora, México en 1958 en una familia que pertenecía a la Iglesia de Dios, una iglesia pentecostal que tiene sus orígenes en el sur de Estados Unidos. Yo y mi hermano fuimos hijos de una madre soltera.
Comencé a residir en Estados Unidos cuando acompañé a mi abuela, la cual trabajaba como la sirvienta de una familia en Scottsdale, Arizona en 1964. Eso fue por solo unos meses, y regresé a Nogales, Sonora, donde comencé la escuela primaria.
Después de los primeros dos años de escuela primaria en México, ingresé al tercer año en una escuela primaria en Glendale, Arizona, en 1967, y seguí viviendo con mi abuela. Mi primera maestra no hablaba español y no existía ningún programa bilingüe. El ingles que aprendí, lo aprendí de mi propia cuenta.
Al final del primer año en esa escuela, había ganado el primer premio por el mayor número de libros leídos en inglés por algún estudiante en mi clase.
La iglesia a la cual pertenecía en Glendale conducía todos sus servicios en español. Mi vida era verdaderamente bilingüe—de día en inglés en la escuela, y el resto del tiempo en español.
Desde mi niñez hasta que dejé la iglesia por completo, a fines de 1978, serví en varias puestos como predicador, maestro, y presidente de los niños y de los jóvenes. Oraba por los enfermos, muchos de los cuales afirmaron ser sanados después de mis oraciones.
Predicando en 1968
La mayoría de esos años, estaba dispuesto a ir a cualquier parte del mundo a predicar lo que yo creía era la palabra de Dios. Antes de la edad de los 12 años ya había tenido experiencias que en ese entonces creía que eran divinas (por ejemplo, hablar en lenguas, el gozo de la salvación, el entusiasmo por predicar el evangelio a los que no eran "salvos").
Adopté las creencias de mi iglesia sin dudar nada. Yo discutía con los demás niños de otras religiones con una convicción segura, pues no sabía yo más de lo que me habían enseñado en la iglesia acerca de la religión.
Mi futuro en la iglesia era bueno, y estaba contento en servir o en hacer la voluntad de lo que entonces creía que era “Dios.”
EL INICIO DE MI INTERÉS EN LA CIENCIA
En mi "laboratorio"
El estudio de la astronomía me llevó al estudio de la química, la física, la biología y de otras materias científicas. Muchas veces me pasaba hasta la media noche leyendo libros de nivel universitario sobre química y otros temas.
En ese mismo tiempo, mi abuela utilizó sus ahorros para permitirme desarrollar un laboratorio pequeño de química en la casa del anciano con el cual vivimos por cinco años (1969-1974).
Mis maestros notaron mi estudio de la ciencia y me ayudaron a inscribirme en clases de matemáticas en el Glendale Community College mientras estaba en el séptimo año de la primaria. No duré mucho en esa clase pues mi aptitud para la matemática no era la mejor.
El "astrónomo"
Pero fue a través de estos estudios independientes que comencé a descubrir que muchas cosas que los predicadores de mi iglesia decían eran muy diferentes a lo que los científicos decían.
Por ejemplo, mi pastor decía que los microbios eran un tipo de demonio, mientras que los científicos me decían que no eran más que organismos naturales pequeños que podían causar enfermedades. Sin embargo, en ese tiempo yo creía que si estudiaba más a fondo cualquier contradicción entre la ciencia y la religión se podía resolver.
EL ESTUDIO DE LA BIBLIA ME LLEVÓ AL ATEÍSMO
Estudiando idiomas bíblicos como a los 16 años de edad
A la edad como de 13 o 14, me encontré con testigos de Jehová que parecían tener un estudio serio de la Biblia, y los cuales decían que mi creencia en la trinidad (la doctrina que Dios existe en tres personas: Padre, Hijo, y Espiritu Santo) era una forma de idolatría. Ellos también me decían que mis creencias estaban basadas en una traducción corrompida de la Biblia.
Por una parte, me quedaba avergonzado al ver que ellos parecían saber mas de la Biblia que yo. Por otra parte, yo quería que mi iglesia tuviera la razón.
Para mí, la oración y el estudio bíblico eran inseparables, y yo tenía la esperanza que si oraba, y estudiaba la Biblia en forma seria iba a convencer a los testigos, y a otros con creencias “falsas,” que las doctrinas de mi iglesia eran las mejores.
A la vez, comprendí que no podía solamente depender de lo que me decían mis pastores, porque otras grupos como los testigos de Jehová tenían maestros que decían cosas diferentes a sus miembros.
El resultado principal de esas interacciones con los testigos de Jehová fue que existe una gran diferencia entre CREER y SABER si algo es cierto.
Si hubiera nacido en una familia de testigos de Jehová, seguramente hubiera aceptado lo que me enseñaban, de la misma manera que había aceptado lo que me enseñaban en mi iglesia.
Simplemente aceptar lo que mis ministros me decían no era una buena manera de saber que era una creencia verdadera; y nunca podría estar seguro de si mi Biblia estaba traducida bien o mal, si no podía leerla en sus idiomas originales.
Para saber cual pastor o iglesia tenía la razón, comprendí que tenía que leer las fuentes bíblicas por mi mismo, y examinar todos los argumentos de primera mano.
Comprendí que necesitaba entonces aprender a leer mi Biblia en sus idiomas originales, y también tenía yo que comenzar a dominar las numerosas materias que afectaban la interpretación bíblica (por ejemplo, el estudio intenso de la historia, la sociología, la antropología, la filosofía, la teología, etcétera).
Sobre todo me prometí que la verdad era lo mas importante, no importando a donde me lleve.
Con esto en mente, comencé a aprender griego bíblico por mi propia cuenta a la edad de 14 años, con libros que compraba con dinero que ahorraba al trabajar cortando zacate los sábados, y con los ahorros de mi abuela. A la misma edad comencé a leer Teología Sistemática de Augustus H. Strong, un teólogo muy respetado en círculos evangélicos.
Al comparar los argumentos de teólogos de mi orientación con los de otras denominaciones, me dí cuenta que había desacuerdos en muchos puntos importantes aun cuando todos estaban leyendo la misma Biblia.
Al estudiar la historia del cristianismo también pude ver que habían sucedido grandes cambios en muchas doctrinas, e incluso en lo que se llamaba la palabra de Dios.
A la vez, me fui dando cuenta que muchos eruditos bíblicos que conocían la Biblia de principio a fin, no creían que la Biblia era la infalible palabra de Dios, y muchos no creían en el Dios del cual me hablaban en mi iglesia, y en el Dios que yo creía que oía mis oraciones.
Para el día de mi graduación de la secundaria en 1977, ya había estudiado por mi mismo el hebreo, el griego, el arameo, el asirio, y muchos otros temas.
Cuando comencé mis estudios bíblicos en los años 1972 y 1973, yo deseaba que las creencias de mi iglesia permanecieran irrefutables, pero para ese día de mi graduación yo había descubierto que los pastores y teólogos de mi iglesia no habían estudiado la Biblia muy cuidadosamente, y no tenían razones sólidas para muchas de sus creencias.
Ninguno de los pastores que conocía, incluso uno de mi propia familia, podía leer su Biblia en los idiomas originales, ni podía confirmar que lo que había aprendido de sus superiores era correcto.
En estos tiempos, entonces, comencé a buscar otras iglesias con creencias que yo creía eran más bíblicas, y también pensaba algún día establecer una iglesia que se iba basar en las creencias bíblicas más puras.
A la misma vez, empecé a comprender que si la vida eterna dependía de servir al Dios verdadero, entonces era sumamente importante saber cual Dios era el verdadero.
Ya que muchos cristianos aceptan creencias falsas de sus ministros, esto también se tenía que aplicar a la creencia en Dios. ¿Pues de dónde vino mi creencia en Dios, sino de mis padres y ministros?
Descubrí que otras religiones tenían defensas similares al cristianismo en cuanto a la existencia de su Dios o dioses. Comprendí que si hubiera nacido en uo casa hindú era muy probable que hubiera aceptado lo que los teólogos hindúes me decían como la verdad.
En sí, reconocí que era un ser humano falible, y podía estar en error en cuanto a cual Dios era el verdadero. Los sentimientos que yo atribuía al Dios verdadero, podían ser malinterpretaciones, o de origen puramente psicológico, o engaños de un dios falso.
Así que para el principio del 1978 tuve que también comenzar a preguntarme:
¿Cómo sé si el Dios cristiano existe?
¿Cómo sé, incluso, si un Dios infinito, sea cristiano o no, existe?
¿Como podía saber si el Dios en el que creo, es un Dios falso, y el de las otras religiones es el verdadero?
Para fines del año 1978, había descubierto que todos los argumentos a favor del Dios cristiano tenían los defectos irremediables que he expuesto en mi libro.
En otras palabras, a través de años de estudio intenso, descubrí lo que muchos teólogos y eruditos bíblicos modernos habían descubierto. Esto es, que es imposible saber si el Dios del cristianismo tradicional existe, o si la Biblia es la palabra de ese Dios.
Para mí, esto fue algo muy doloroso de descubrir, pero tuve que ser sincero, y admitir que la manera de creer que había tenido desde mi niñez no tenía ninguna base. Aunque podía haber tenido un futuro bueno en las iglesias cristianas, tuve que ser honesto y abandonar lo que no era cierto.
Comencé a identificarme como ateo, o al menos, agnóstico.
En verdad mi abandono del cristianismo no fue debido a la búsqueda de placeres que se llaman mundanos en mi iglesia. La vida mundana estaba lejos de mis pensamientos.
Al contrario, mi interés en la búsqueda de la verdad fue tan intenso que dedicaba casi todo mi tiempo fuera de la escuela al estudio de la Biblia, a los lenguajes, y a otros temas a tal punto que mi madre se preocupaba porque no salía mucho fuera de mi cuarto de estudio a jugar con mis compañeros.
Muchos de mis familiares no comprendían que la búsqueda de la verdad era el placer y la necesidad mas grande que podía tener.
En sí, el propósito de mi estudio era descubrir un apoyo sólido para mi vida cristiana y no para abandonar mi vida cristiana. Pero la verdad era lo importante, y descubrí que la verdad no era lo que me decían en mi iglesia, o en el cristianismo en general.
ENFRENTAR LA MUERTE COMO ATEO
Yo vi a la medicina, y no a Jesús, tener efecto
Durante últimos meses del 1978 y primeros meses del 1979 desarrollé una enfermedad rara y peligrosa que en sus estadios iniciales mostraba parecerse a un resfriado fuerte.
Ni yo, ni mis médicos, nos dimos cuenta que tan peligrosa era mi enfermedad hasta febrero de 1980, y para ese tiempo tenía una artritis en todas mis coyunturas que me causaba dolor 24 horas al día y por el cual era muy dificultoso aun moverme en lo más mínimo.
También no podía abrir mis ojos a causa de una inflamación fulminante, mi pulmón estaba dañado, sangraba de mi nariz, tenía un estómago que no sostenía su comida, tenía una tos que me sacudía de pies a cabeza, y un dolor de cabeza y cara que no me dejaba en paz. Se diagnosticó la enfermedad granulomatosis de Wegener, pero ahora se le conoce como poliangitis granulomatosa. Sin tratamiento uno puede durar solo meses.
Mis médicos me dijeron que tenía la probabilidad de morirme a los 21 años de edad. Muchos creían que eso me iba llevar otra vez a la iglesia. Cómo hubiera deseado que existiera un Dios que me pudiera curar.
Pero yo sabía que la razón por la que estaba enfermo es precisamente porque un Dios, absolutamente bueno, todopoderoso, y que sabe todo de antemano no existía, y si existía no es algo que yo podría saber porque soy de conocimiento limitado.
Al enfrentarme a la muerte en esta forma, me dí cuenta que no era necesario aferrarme a ilusiones tales como la sanidad divina o la creencia en la vida eterna para poder sobrevivir a una enfermedad de esa magnitud.
Lo que sí sabía era que mi recuperación fue debido en gran parte a esfuerzos concretos de mi esposa y mi familia. Seres humanos conocibles, y no seres mitológicos incognoscibles, eran responsables por mi recuperación.
La terapia química que me dieron en el hospital en febrero y los meses siguientes de 1980 tuvo un efecto dramático, pero tuve que recuperarme por meses en la casa de mi abuela. Había quedado sin salud, sin dinero, y a mi esposa le habían quitado el trabajo mientras estaba en el hospital.
En lugar de lamentar mi condición, usé mi tiempo para educarme aún más. El gran placer en investigar las verdades de este mundo una vez más produjo una vida feliz.
Cuando regresé a mis estudios en la Universidad de Arizona en 1981, decidí recuperar mi tiempo perdido con tomar solamente exámenes finales en varia materias sin nunca asistir a clases formalmente.
Completé los exámenes en muchas materias como griego, hebreo, y biología sin tomar esas clases formalmente. Así, pude completar 3 años de estudios en tres semestres, y logré superar un récord que no ha sido sobrepasado en el departamento de antropología al tomar el equivalente de 15 cursos en un semestre.
Mis estudios de antropología me sirvieron para estudiar en forma profunda si la evolución era verdad, y también como se desarrollan las religiones humanas. Descubrí aun más evidencia de que las religiones del mundo son de un origen puramente humano.
Aunque ya no creía que la Biblia era la palabra de Dios, de todos modos sentía una responsabilidad por informar al público de lo que yo había descubierto.
La Biblia era un documento que representa las creencias de una cultura antigua que no tenía el beneficio de lo que sabemos hoy sobre la ciencia. Lo que sí es insensato es que tantos grupos de gente moderna toman esas creencias como si fueran totalmente ciertas hoy sin investigarlas más a fondo.
ESTUDIANDO LA BIBLIA EN HARVARD
Mi regreso mas reciente a Harvard
Mis calificaciones en la Universidad de Arizona posibilitaron la admisión a la Universidad de Harvard (Cambridge, Massachusetts) en 1983. Esto era un sueño porque sabía que la Universidad de Harvard generalmente acepta a los mejores estudiantes del mundo.
Sin embargo, en 1985, logré una Maestría en Estudios Teológicos, y aquí me encontré con otros que también se habían dado cuenta de que la existencia de Dios no es algo que se pueda saber.
En 1985 fui el primer mexicano-estadounidense admitido en el Departamento de Lenguajes y Civilizaciones del Cercano Oriente en la Universidad de Harvard para iniciar mis estudios para el Doctorado de Filosofía en Historia bíblica y Filología hebrea y semítica.
Durante mis estudios de doctorado tuve el privilegio de estudiar con alguno eruditos de renombre, incluso Frank M. Cross (1921-2012), considerado como uno de los eruditos bíblicos mas importantes del último siglo. Entre otras cosas, Cross había sido uno de los eruditos encargados de los manuscritos del Mar Muerto, y identificó el manuscrito mas antiguo de la Biblia en esos rollos.
Tales manuscritos han demostrado que la Biblia ha cambiado a través del tiempo en menor y mayor forma. Cross mismo había sido estudiante del erudito más prominente que ha producido Estados Unidos, William F. Albright (1891-1971).
Dr. Frank M. Cross
Para mí Harvard era el paraíso terrestre que siempre buscaba. Desde joven, mi sueño era estudiar, escribir y enseñar acerca de la Biblia, y Harvard me dio suficientes becas para dedicarme a mi vocación sin ningún obstáculo.
Así tenía yo el tiempo para leer hasta más de 120 libros por año sobre varios temas, y especialmente sobre los estudios bíblicos, la filosofía, la ciencia, la religión, la antropología, la ciencia política y la historia humana.
Lo sorprendente era que, además de pagar mis matrículas del doctorado, Harvard me daba un salario respetable simplemente por leer, escribir y sacar buenas calificaciones.
En Harvard también era común discutir las creencias con estudiantes de muchas orientaciones. Aquí, las mejores mentes del mundo compartían ideas y argumentos en una forma que es difícil de encontrar en otra universidad. Si uno tenía una creencia superficial, no iba a tomar mucho tiempo para que alguien lo descubriera.
En 1986, caí enfermo otra vez, y mis médicos una vez más creían que tenía solamente uno o dos años de vida. Pero aunque no estaba completamente sano, llegué a ganar el puesto de profesor de hebreo bíblico en 1987 (oficialmente un Teaching Fellow).
Al final del año académico, mis estudiantes me evaluaron en términos muy positivos, y por tales motivos, Harvard me permitió enseñar un segundo y un tercer año de hebreo, algo que ningún otro estudiante de ninguna raza había logrado hasta ese punto.
La Universidad de Harvard
En Harvard tuve el privilegio de estudiar más idiomas y dialectos antiguos y modernos (por ejemplo, asirio, babilonio, ugarítico, godo, heteo, y anglo-sajón). En fin, los estudios en Harvard me ayudaron a desarrollar aún más la habilidad de examinar cualquier creencia en una manera independiente para ver si es cierta o falsa.
En 1991, recibí mi doctorado, el primer mexicano-estadounidense que recibió uno en estudios de la biblia hebrea, en Harvard.
Pero como estaba tan enfermo e incapacitado, un buen empleo fue difícil de obtener. No podía caminar mucho o hablar bien debido a una baja función de mi sistema respiratorio. A veces tenia que andar en silla de ruedas, y con oxígeno.
PROFESOR ATEO DE BIBLIA EN LA UNIVERSIDAD ESTATAL DE IOWA
Con Barack Obama en 2007
Pero en 1993, obtuve un puesto temporal en la Universidad Estatal de Iowa. La calidad de mi enseñanza fue apreciada por otros profesores, y obtuve un puesto permanente.
En 1994, fui el fundador, y después director, del primer programa en el Estado de Iowa de estudios académicos de Latinos Estadounidenses. Fue en ese puesto que llegué a conversar con algunos candidatos que fueron elegidos como presidentes de los Estados Unidos, incluso George W. Bush y Barack Obama, y discutir asuntos de religión y gobierno.
En 1995, mi enfermedad se desarrolló a tal nivel que mi vida estaba en peligro una vez más. Un tumor creció en mi garganta, y obstruía mi respiración. Estuve a punto de morir muchas veces.
Con algunos estudiantes de Biblia en Iowa
Cirugías en 1995 y en 1997 me dejaron como un hombre nuevo. Aunque nunca he estado en buena salud al 100%, pude ver que la ciencia médica, y no algún ser invisible, fue la que hizo la diferencia.
En las cuevas del Mar Muerto en Israel
Después de casi morirme en 1995, fui nombrado profesor del año de toda la Universidad en 1996. Sobreviví una cirugía por cáncer de la vejiga en 2012, y hasta esta fecha no ha regresado ese cáncer.
A pesar de estos problemas médicos, ascendí de profesor asistente a catedrático a tiempo completo (full professor), el rango más alto en mi universidad, el cual lo obtuve en el 2008.
Subir ese trayecto es algo muy difícil, ya que requiere la producción de nuevas investigaciones y descubrimientos, y además excelencia en la instrucción de estudiantes.
Ahora, en el 2016, he escrito 10 libros (8 como único autor, y 2 como redactor). He escrito numerosos artículos sobre diferentes materias, incluso sobre la ciencia y la biblia, la salud en el mundo antiguo, y sobre la religión y la violencia. A través de 23 años en la Universidad Estatal de Iowa, he educado a miles de estudiantes que tomaron mis clases sobre la Biblia.
A la vez dedico mi vida a exponer los peligros de las creencias en seres invisibles. Uno de los peligros es la creencia que es justo matar a los seres humanos que no creen en sus doctrinas.
Esto lo estamos viendo en forma concreta en los ataques de terroristas, muchos de los cuales creen que Dios los manda, y en verdad la Biblia está repleta de personas que similarmente creen que Dios manda matar a otros seres humanos, incluso niños y mujeres (1 Samuel 15:1-3).
Creo que estas experiencias personales son suficientes para demostrar que un ateo o agnóstico no tiene que vivir una vida amargada, infeliz, o no productiva.
Al contrario, mi descubrimiento que la existencia del Dios cristiano es improbable, o que nunca se podrá conocer, me ha hecho aun más productivo, y realista acerca de la vida. Un ateo nunca va a matar a otros porque crea que un dios invisible así lo dice.
Mi esposa, Cindy, y yo somos ateos
Soy más feliz ahora que nunca, y sé que, en vez de confiar en ilusiones, nosotros lo seres humanos tenemos que tomar la responsabilidad por hacer un mundo mejor.
El pobre, el enfermo y otros desamparados necesitan ayuda concreta en este mundo, y no promesas de una supuesta vida mejor en el venidero, y no confianza en un ser supuestamente infinito cuya existencia no se conoce ni se puede conocer.
Mi placer está en divulgar lo que yo he descubierto como la verdad a aquellos que deseen escucharme.
Con Richard Dawkins y otros ateos
*NOTA SOBRE LA DEFINICIÓN DE ATEO Y AGNOSTICO: En el uso filosófico común, un ateo niega la existencia de Dios, o vive una vida sin referencia a ningún dios. El agnóstico afirma que la existencia de Dios no se puede conocer, o no se conoce en base de la evidencia presente.
Mi concepto propio es que uno no puede decir si es ateo o agnóstico hasta que se exponga cual definición de Dios está en cuestión. Por ejemplo, si Dios se define simplemente como un ser infinito, uno puede ser agnóstico con respecto a esa creencia (es decir, se puede afirmar que no se puede conocer la existencia de tal ser, si es que existe, porque el ser humano es un ser finito). A la misma vez decir que existe un ser infinito, no es decir algo de mucho significado.
Pero si Dios se define como un ser inmutable, absolutamente bueno, omnisciente, todopoderoso, y creador del universo y del ser humano, entonces, en base a la lógica, se diría que tal ser no puede existir si se admite la existencia del mal en el mundo (esto es explicado en el capítulo 3 de ¿Se puede saber si Dios existe?). Si se usa esta definición de Dios, entonces yo me caracterizo como un ateo.
En sí, cualquier persona que afirma que la existencia de Dios no se puede conocer, es en la práctica un ateo si vive su vida sin ninguna referencia al concepto de un dios de cualquier tipo. La verdad es que muchos que profesan creer en Dios también viven, en términos diarios, como ateos, si sus decisiones no están directamente basadas en la existencia de un ser divino.
Mi único libro en español, publicado por primera vez por EDICIONES DE FILOSOFIA APLICADA (Lima, Perú), 2000.
Mis debates con William Lane Craig, el famoso apologista cristiano, Juan Valdes (sobre la creación y la evolución) y Keith Darrell (sobre la moralidad bíblica) están en inglés.
Mi madre, Magdalena Avalos (Bernal) y abuela, Refugio Avalos, sin las cuales no hubiera tenido éxito en la vida
(Publicado originalmente el 25 de marzo del 2016 en:
https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=101517011624262&id=101488861627077
Corrección para la presente versión de Manuel Paz y Miño).
Estimado Hector: Gracias por tu esfuerzo, tu vida, tu carrera a pesar de todas tus dificultades. Habiendo conocido a tu Madre y Abuela, se que tan orgullosos de ti estaban. Mis mejores deseos, hoy y siempre.
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