Daniel Loayza Herrera, Licenciado en Historia por la
Universidad Nacional Federico Villarreal, Licenciado en Educación, especialidad
en Filosofía y Ciencias Sociales, por la Universidad César Vallejo, y Magister
en Educación, con mención en Docencia y Gestión Educativa por la Universidad
César Vallejo. Correo-e: danivan98@gmail.com
(Foto de la pag. web del autor)
Resumen
El llamado principio antrópico ha
contribuido a avivar el debate de las últimas décadas sobre la posibilidad de
encontrar un nuevo punto de encuentro entre la filosofía, la ciencia y la
religión, a partir de la postulación de una proposición teleológica para
comprender la manera en que actúan las fuerzas fundamentales del universo y su
relación con la existencia del ser humano. A partir de dicha proposición, se ha
sostenido la posibilidad de admitir la existencia de Dios bajo fundamentos
científicos. Pese a que la comunidad científica no ha adoptado el principio
antrópico como parte de su corpus, es cierto que muchos científicos de gran
prestigio han abonado en estas ideas. En el presente artículo, discutiremos
algunos aspectos del llamado principio antrópico y la posibilidad de que, a
través de él, se pueda encontrar, finalmente, una demostración de la existencia
de Dios.
Palabras clave:
Ciencia, Dios, filosofía,
principio antrópico, religión.
Is it possible to prove the existence of God through science?
A critique of the so-called anthropic principle
Abstract
The so-called anthropic principle
has contributed to fueling the debate of recent decades about the possibility
of finding a new meeting point between philosophy, science, and religion, based
on the postulation of a teleological proposition to understand how the
fundamental forces of the universe operate and their relationship with the
existence of human beings. From this proposition, the possibility of admitting
the existence of God on scientific grounds has been argued. Although the
scientific community has not adopted the anthropic principle as part of its corpus,
it is true that many prestigious scientists have supported these ideas. In this
article, we will discuss some aspects of the so-called anthropic principle and
the possibility that, through it, a demonstration of the existence of God may
finally be found.
Keywords:
Science, God, philosophy, anthropic principle, religion.
Introducción
La ciencia, la filosofía y la religión, a lo largo de la historia, han tenido
una relación marcada por sus encuentros y desencuentros. Desde el siglo XVIII,
la ciencia, en general, se emancipó de la relación filial que por momentos
mantuvo con la filosofía y la religión. Los teólogos quedaron relegados a no
ser reconocidos más que como dogmáticos intérpretes de las sagradas escrituras,
sin ligamen alguno con la realidad observable. Los filósofos se debieron
conformar con ser epistemólogos, discutiendo las condiciones de la
investigación científica; mientras los científicos, en realidad, prestaban poca
atención a los debates epistemológicos y confiaban más en los resultados
prácticos de sus investigaciones que en las disquisiciones especulativas
propias de la filosofía.
Sin embargo, hacia la década de
1970, el físico británico Brandon Carter rompió con ese alejamiento entre la
filosofía, la religión y la Física al postular el llamado principio antrópico.
Si los filósofos de las colonias griegas de Mileto habían roto con la mirada
mítica al plantear una nueva forma de ver el cosmos, Carter nos remitía a la
posibilidad de conciliar ciencia, filosofía y religión a través de una nueva
forma de ver el cosmos, esta vez centrada en el ser humano.
¿Es posible que el universo
exista solo para que exista el ser humano? Si ese fuese el fin teleológico de
la existencia del universo, si todo estuviese detalladamente ajustado para que
se cumpla la suprema realización de la vida humana, de la vida inteligente,
¿podríamos pensar que alguien debió hacer dichos cálculos o diseñar tan
perfectas proporciones y valores?
Para los defensores de la tesis
de que no puede ser una casualidad que los valores de las fuerzas fundamentales
del universo (la fuerza nuclear fuerte, la fuerza nuclear débil, la fuerza
electromagnética y la fuerza de gravedad) estén tan perfectamente armonizados
al punto de hacer posible la vida, la existencia de un principio ordenador, o
acaso creador, se asoma necesariamente (Carreira, 2024).
Si solo tenemos evidencia de que
el ser humano es el único ser inteligente en el universo y que el ser humano no
pudo ni puede haber creado ni ordenado los valores físicos del universo,
necesariamente deberíamos concluir que el universo tiene que responder a un
creador y a su diseño, expresado en las leyes de la Física.
Cuando ingresamos en este
terreno, avizoramos la posibilidad de comprender que Dios existe, superando el
escollo de que la ciencia, a través del método científico, no puede demostrar
la existencia de Dios.
El problema de la demostración
y en qué consistiría dicha demostración
El problema de la relación entre la fe y la razón fue abordado de manera
preferente por la filosofía escolástica. Fue el siglo XIII el de la consumación
de dichos debates en la obra Suma Teológica, de Santo Tomás de Aquino.
Tomás de Aquino, a lo largo de su extensa obra, expresa desde el primer momento
que la razón y la fe no son incompatibles, que su unidad es necesaria para
poder comprender las grandes verdades, pero que ello requiere que la razón esté
al servicio de la fe.
Tomás estaba convencido de que el
universo era racional, que tenía un comportamiento lógico porque las
manifestaciones divinas eran lógicas. El comportamiento de la materia era una
manifestación de regularidades creadas por Dios. Así, teología, ciencia
deductiva y especulación teórico-lógica, eran indesligables (Beltrán, 2020).
El tomismo parte de un principio
fundamental: no es posible demostrar hacia el infinito, es necesario partir de
axiomas y es ahí donde entra la fe. El axioma fundamental es la existencia de
Dios. A partir de ahí se construye una estructura lógico-argumental que se
demuestra a nivel lógico y de cuya consistencia se infiere la fortaleza del
axioma primero.
El principio antrópico le debe
mucho a los planteamientos de Santo Tomás de Aquino al introducir algunas
proposiciones que, si bien no afirman de plano la existencia de Dios, llevan a
la aceptación de este (Loayza, 2013).
El principio antrópico
El llamado principio antrópico,
que proviene de las voces anthropos (hombre) y topos (lugar o
centro), postula una interpretación cosmológica centrada en la existencia del
ser humano. Fue planteado por primera vez por el físico británico Brandon
Carter en 1973, a propósito de la conmemoración de los quinientos años del
nacimiento de Copérnico, en un Simposio de Varsovia (Pérez, 2018).
En dicho simposio, Carter sostuvo
la idea de que la mejor explicación a la constatación de que el universo se
encontraba sorprendentemente ajustado para el desarrollo de la vida inteligente
era que dicho universo solo tendría sentido si dicha vida inteligente existía
para comprender el propio universo. En suma, el universo solo tiene sentido si
el ser humano existe para vivir en él y comprenderlo.
El renombrado físico John
Archibald Wheeler, quien hiciera contribuciones a la teoría de la relatividad y
la física cuántica, hizo importantes aportes para desarrollar filosóficamente y
popularizar el llamado principio antrópico. Partiendo de la interpretación
filosófica de la llamada Escuela de Física Cuántica de Copenhague, que postula
que el observador altera la realidad física que observa y que, por tanto, no
existe una realidad plenamente objetiva, Wheeler sostuvo que dicha evidencia
experimental sugiere que el universo responde también a nuestras observaciones
y, por tanto, la unidad del universo y de los observadores del universo (los
seres humanos) mostraría que no es posible hablar del universo prescindiendo de
los seres humanos, es decir, de los observadores.
Por su parte, el astrofísico y
sacerdote español Manuel Carreira, partiendo de los postulados filosóficos del
tomismo y de lo planteado por John Archibald Wheeler, sostuvo que el universo
solo tiene sentido si se entiende que todo lo existente fue cuidadosamente
diseñado para que exista el ser humano, que ello solo puede haber sido hecho
por el Dios creador y que el ser humano es la máxima creación, lo que se
evidencia porque es el único ser dotado de inteligencia y razón.
Crítica de los postulados del
principio antrópico
Más allá de los planteamientos
específicos de los postulados de los llamados principio antrópico fuerte y
débil, ambas versiones comparten la idea de que el universo tiene un fin
teleológico que es la existencia del ser humano y que dicho planteamiento es
compatible con la idea de que ello puede ser satisfactoriamente explicado a
partir de la creencia en la existencia de un creador inteligente que ha
realizado todos los ajustes necesarios para que se desarrolle plenamente su
máxima creación: la vida humana inteligente.
Así como en el libro del Génesis
asistimos a la descripción de un universo creado para el hombre, en el llamado
principio antrópico asistimos a una explicación cristiana, de fe, religiosa, a
partir de la introducción de una variable tan sencilla como un fin teleológico
para el universo. A la constatación de que el universo responde a la acción de
las cuatro fuerzas fundamentales y que los valores atómicos y sub atómicos se
nos presentan de tal modo que si ocurriera una poco significa variación
matemática en alguno de ellos la vida humana o, en general, la vida tal como la
conocemos no sería posible, se ofrece la explicación de que ello no puede ser
producto de una casualidad, del azar y, por tanto, de que debe tener algún fin;
pero como quiera que todo fin tiene que ser anterior al fenómeno, entonces el
universo tiene un creador y ese no puede ser otro que Dios, el Dios de los
hombres.
Pero, ¿cómo inferir que es el
Dios de los hombres? El principio antrópico sostiene que el universo está
ajustado para que pueda ser comprendido por la inteligencia humana, para que
sea cognoscible para el ser humano, para que su verdad le sea revelada. Esa
revelación, solo posible para la inteligencia humana, sería una prueba de que
el universo ha sido creado par el hombre.
Bajo esta explicación diremos que si en algún
momento encontráramos vida inteligente en otra parte del universo el principio
antrópico perdería toda su base argumental y que su mantenimiento dejaría de
ser una línea de razonamiento para pasar a ser mera ideología dogmática.
¿El principio antrópico, al
apelar a la realidad física, es científico? La introducción de una variable
filosófico- religiosa como es el principio teleológico aleja al principio
antrópico de toda explicación científica.
Frente a la introducción de la
proposición siguiente: “Todos los
valores de las fuerzas del universo han sido ajustados con el propósito de que
puedan albergar la vida humana y que ello ha sido hecho por Dios”, se podría
argumentar que dicha proposición no puede ser verificada y que, por tanto, no
pertenece al campo de la ciencia (Rees, 2000) . A partir de ahí podríamos
plantear que ello no demuestra la existencia de Dios, al menos si de
demostraciones científicas se trata.
Sin embargo, frente a dicha
objeción hacia el principio antrópico algunos de sus defensores, como es el
caso del sacerdote y astrofísico Manuel Carreira (2011), sostuvieron que la
ciencia está formada no solo por proposiciones demostradas, sino también por
axiomas, es decir por proposiciones carentes de demostración, pero que se
asumen como válidas dado que son consistentes con aquellas proposiciones
verificadas que posee la ciencia. Un
ejemplo de ello podría ser el axioma de Euclides, base de la geometría
euclideana; "por dos puntos distintos pasa una única línea recta”. En este
caso, entonces, la objeción basada en que la proposición teleológica no puede
ser verificada no parece tener mayor fundamento.
Sin embargo, cuando analizamos la
estructura de la geometría euclideana, por ejemplo, la relación entre el axioma
“por dos puntos distintos pasa una sola recta” y todos los demás axiomas y sus
teoremas nos percatamos que existe un ligamen entre ellos; es decir, que,
aunque el teorema mencionado no es demostrable si podemos apreciar lo consistente
que es con respecto a la estructura conformada por los demás axiomas de la
geometría y sus teoremas. Diremos, entonces, que a través de la resolución de
problemas geométricos verificamos, al menos de forma indirecta, aunque no
demostremos, el axioma en cuestión, de ahí la confianza en su validez.
En el caso particular de la
proposición: “Todos los valores de las fuerzas del universo han sido ajustados
con el propósito de que puedan albergar la vida humana y que ello ha sido hecho
por Dios”, la situación es bastante distinta. Primero, aceptando que todos los
valores han sido ajustados con el propósito de que el universo pueda albergar a
la vida humana se abre un abanico de posibilidades: 1. Que ello responda a
alguna ley de la física que se conecta con la biología que aún no conocemos. 2.
Que haya sido hecho por un ser inteligente no humano, pero que no es Dios. 3.
Que haya sido realizado por varios Dioses. 4. Que haya sido hecho por un Dios
no cristiano. 5. Que haya sido hecho por el Dios cristiano. La pregunta es:
¿Por qué pensar que necesariamente fue realizado por el Dios cristiano?
Además de ello tenemos otra
objeción: La idea de que los valores de las fuerzas del universo tienen que
haber tenido el propósito necesario de que universo albergue a la vida humana,
porque no podemos admitir que ello sea producto del azar no tiene mayor
sustento. Ello se puede apreciar con un sencillo ejemplo.
Si se produjera el deslizamiento
de una roca desde una montaña, que impacta en el techo de un automóvil, que transitaba
inusualmente por ahí, y que al caer sobre el techo del auto mata a dos de los
pasajeros, pero uno de ellos sale ileso, ¿ello demostraría que los valores físicos
de caída, de impacto y del ángulo con el que la roca impacto en el techo del
automóvil fue porque existía un principio teleológico, porque hubo algo a
alguien que hizo los ajustes para que fuese exactamente como ocurrió, es decir,
que decidió quienes debían morir y quien no?
Integrar en un solo planteamiento
dicha creencia y los valores físicos y objetivos de la caída de la roca no es
consistente. La razón de ello es que no hay forma de verificar ni de apoyar
indirectamente la proposición del fin teleológico a partir de los valores
físicos reales y objetivos de la caída de la roca.
Ello es muy distinto que el caso
de la geometría, donde asumir la validez del axioma “por dos puntos pasa una
recta y solo una” es condición para que toda la geometría, sus relaciones y
valores funcione. Es decir, cuando se demuestra un teorema, indirectamente se apoya
al axioma.
La proposición teleológica del
principio antrópico nada tiene que ver con los valores que adoptan las fuerzas
fundamentales del universo. Por tanto, no cumple ningún papel en la comprensión
del universo desde la física. Resulta así tan arbitraria como introducir un fin
a la caída de la roca sobre el techo del auto.
Conclusión
La introducción de la proposición
teleológica como respuesta a la pregunta de por qué existe vida en lugar de no
vida en el universo, para explicar el hecho de que los valores de las fuerzas
fundamentales del universo hacen posible la existencia de la vida, y en
particular de la vida humana, no tiene relación con la existencia de dichos
valores ni con las leyes fundamentales.
La proposición teleológica no es
necesaria para comprender cómo actúan las fuerzas fundamentales y, por lo
tanto, no actúa como lo hacen los axiomas matemáticos en relación con los
teoremas, a los cuales sirven de base. Por tanto, la proposición teleológica ha
sido introducida de manera no solo innecesaria sino también arbitraria,
careciendo de todo fundamento científico y de toda posibilidad de verificación
tanto a nivel fáctico como teórico.
Independientemente de que Dios
pueda existir o no, el principio antrópico no aporta nada a la comprensión o al
esclarecimiento sobre la existencia de Dios, y, por lo tanto, no es más que una
postura religiosa y, en todo caso, filosófica, que nada tiene que ver con la
ciencia. En la medida en que se pretenda demostrar la existencia de Dios a
través de la interpretación que el principio antrópico hace de los valores de
las fuerzas fundamentales del universo, se incurre en un discurso
pseudocientífico.
Fuentes de información
Beltrán, O. H. (2020). Teología y
ciencia en la obra de Santo Tomás de Aquino. Teología, 46(99),
281–300. Recuperado a partir de https://erevistas.uca.edu.ar/index.php/TEO/article/view/2871
Carreira, M. (2011). El
universo: Ciencia y religión. Universidad Pontificia Comillas.
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https://archive.org/details/manuelcarreira/Dr+Manuel+Carreira+-+2024+-+Conferencia+Ciencia+y+Fe.mp3
Loayza Herrera, D. (2013, abril
6). La ciencia demuestra la existencia de Dios. La página de Daniel
Loayza Herrera.
https://lapaginadedanielloayzaherrera.blogspot.com/2013/04/la-ciencia-demuestra-la-existencia-de_6.html
Pérez, E. (2018). El principio
antrópico, último bastión del antropocentrismo. Revista de divulgación del Instituto
de Astrofísica de Andalucía, (55). https://revista.iaa.csic.es/content/el-principio-antr%C3%B3pico-%C3%BAltimo-basti%C3%B3n-del-antropocentrismo
Rees, M. J. (2000). Just
Six Numbers: The Deep Forces That Shape the Universe. Basic Books.
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