viernes, 9 de julio de 2021

RELIGIÓN Y POLÍTICA:

CUANDO SE LLEVA LA FE A COMPETIR EN LAS ELECCIONES GENERALES

María Elena Castillo, Lic. en Periodismo, Universidad Jaime Bausate y Meza

Correo-e: mariaelena.castillo@glr.pe

La participación de representantes religiosos en la vida política peruana ha evolucionado con los años. Foto: composición/La República

 


De Luna Pizarro a los tiempos de hoy. La Iglesia católica fue la única en mantener fuerte presencia en espacios de toma de decisiones en la república, hasta que en 1956 se eligió al primer congresista evangélico.

La participación de representantes religiosos en la vida política peruana ha evolucionado con los años. En la época republicana había una notoria presencia de la Iglesia católica, al punto de que en el Congreso Constituyente de 1822 hubo varios sacerdotes, y su primer presidente fue monseñor Francisco Javier de Luna Pizarro.

Más de 130 años después, en 1956, fue elegido el primer diputado evangélico, José Ferreira García. Ahora, ambas religiones dejaron atrás el enfrentamiento por la cuestión doctrinaria, para crear alianzas, tanto entre sectores conservadores, como progresistas. Un claro ejemplo es la candidatura de Rafael López Aliaga a la presidencia, por Renovación Nacional. Miembro del Opus Dei, su postura sobre la eutanasia, el aborto y la igualdad de género coincide con el pensamiento más tradicionalista del sector evangélico.

Así lo muestran frases como “Si se quiere matar, que se tire de un edificio, pero que no comprometa al Estado”, o decirle a una niña violada “9 meses te pongo en un hotel cinco estrellas, con piscina, alimentación y todo, y decides si quieres quedarte con tu bebé o lo das en adopción”, entre otras. Dichos como esos lo ubican ahora entre los aspirantes presidenciales que pelean el segundo lugar. Pero la pregunta es, ¿a quién representa realmente?

Cambios desde adentro

Tres investigadores sobre religión y política en el país coinciden en que López Aliaga no solo personifica la postura del sector conservador de la Iglesia católica y congregaciones evangélicas, sino también de personas sin vínculos religiosos, pero con ideas ultratradicionales.

El historiador y profesor de la Universidad de Ciencias Aplicadas Juan Fonseca señala que los grupos evangélicos consolidan un discurso teológico político, por el que su misión ya no es solo evangelizar, sino hacer transformaciones en la política.

“Lo asumen como un llamado de Dios, y esos cambios implican detener lo que consideran una amenaza cultural, como lo que llaman ideología de género, en el que meten de todo, cuestiones de sexualidad, derechos de la mujer. Todo aquello que les suena a globalización, derechos o aceptación de las diversidades es para ellos una amenaza”, refiere.

Antes del papa Francisco, esa línea gestó una alianza con algunos sectores tradicionales del catolicismo, que se ha debilitado en los últimos años, pero no ha desaparecido. “Ahora encuentran a personajes como López Aliaga. Y si bien ya no tiene tanto apoyo de las autoridades eclesiásticas, porque se ha instalado el progresismo como fuerza importante, hay grupos católicos muy conservadores como el Opus Dei, el Sodalicio, el Camino Neocatecumenal, entre otros, que sí lo pueden respaldar”, dice Fonseca.

Para el sociólogo, experto en diversidad de religiones, Eduardo Romero, la prensa tiene mucho que ver en su repunte, pues ha dado publicidad a candidatos que “comienzan a hablar de flagelarse, o cosas así porque tienen más ‘color’”.

Advierte, además, que, a diferencia de lo que se piensa, Renovación Nacional no es el único partido que lleva evangélicos entre sus candidatos al Congreso. Al revisar las hojas de vida y conversar con ellos o personas de su entorno, ha detectado cerca de 60 postulantes de ese credo, de los cuales solo 20 acompañan a López Aliaga. El resto están repartidos entre las demás agrupaciones.

“El desafío es saber si están representando a sus iglesias, y su fe, o son como cualquier otro candidato”, apunta Romero.

El profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) Rolando Pérez coincide en que la agenda moral conservadora es lo que une ahora a López Aliaga con los grupos evangélicos ligados al tradicional conservadurismo religioso, pero también destaca que se puede observar la participación de los evangélicos con sectores progresistas en otras tiendas políticas. Puso como ejemplo la participación de líderes evangélicos en otras agrupaciones, como el Partido Morado y Juntos por el Perú, entre otros.

Voto evangélico

Los evangélicos aparecen en el espacio político en nuestro país con más fuerza en las elecciones de 1990, en que 19 fueron elegidos, entre diputados y senadores, y el pastor Carlos García asumió la vicepresidencia, tras el triunfo de Alberto Fujimori.

“Hubo la participación de un sector de los evangélicos que respaldaron la campaña de Fujimori y fueron un soporte organizacional al partido en la primera vuelta”, expone Pérez, pero aclara que no se puede asegurar que toda la comunidad evangélica votó por él.

Acota que el mundo evangélico es diverso, en el que convergen iglesias de distinto trasfondo y no hay una autoridad vertical que oriente la votación hacia una determinada opción política. Eso explicaría por qué no pegó el partido Restauración Nacional, que fundó el pastor Humberto Lay el 2005, y terminó convirtiéndose en Victoria Nacional, que hoy lleva como candidato a George Forsyth.

“En la última contienda en la que Humberto Lay participó obtuvo 4%, y la población evangélica era 12% en ese momento. Esto demuestra que el voto evangélico no es un voto cautivo y ningún grupo político puede atribuírselo”, argumenta.

Al respecto, Fonseca remarca que, pese a ser conservador, Lay se desmarca de Julio y Christian Rosas, quienes encarnan el lado más duro y están detrás de los movimientos pro vida y Con mis hijos no te metas. Y aunque el primero llegó al Congreso, tampoco logró alta votación.

Romero alega que una dificultad para determinar el voto evangélico es que no se pregunta sobre religión en los sondeos que se hacen a boca de urna, a diferencia de México, Brasil y Estados Unidos, donde sí se hace esa consulta.

Manifiesta que, con base en las últimas encuestas, se puede establecer que no todos los evangélicos respaldan a López Aliaga. Por ejemplo, en el último reporte del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) del 14 de marzo, contaba con 9,5% de apoyo, muy por debajo de la población total evangélica reportada en el Censo del 2017, que alcanzó un 14,1%. Veremos qué pasa en las urnas el 11 de abril.

Las cifras

76% de peruanos profesan la religión católica, según encuesta del INEI del 2017.

14,1% declararon pertenecer a algún movimiento evangélico.

4,8% tiene otro credo, como adventistas, israelitas, testigos de Jehová, etc.

(Publicado originalmente en el Diario La República, el 25 de marzo del 2021 en: 

https://larepublica.pe/elecciones/2021/03/25/religion-y-politica-cuando-se-lleva-la-fe-a-competir-en-las-elecciones-generales-pltc/

Se reproduce aquí con permiso de la autora).

Ir a Eupraxofía # 11

martes, 6 de julio de 2021

VÍNCULOS ENTRE LA RELIGIÓN Y LA POLÍTICA

Manuel A. Paz y Miño, Mag. en Ética Aplicada, Universidad de Linköping

El papa Francisco es el Sumo pontífice de la Iglesia católica y el Jefe de Estado del Vaticano/ Foto EFE

La religión y sus funciones

La religión, entendida como un conjunto de creencias en lo sobrenatural, lo divino y algún tipo de conciencia o existencia humana después de la muerte, tiene sin duda diversas funciones: ontológica y antropológica: da a sus seguidores una visión de la realidad, la naturaleza y nosotros mismos; axiológica y ética: les proporciona determinados valores y una moral de comportamiento para este mundo (y así ganar y no perder el otro, si se cree en él); psicológica: les otorga consuelo, resignación y fortaleza ante los avatares de la vida, el dolor, la injusticia y la muerte; social y económica: les permite tener lazos fraternos y de cooperación mutua entre ellos; y claro está, histórica y política: tiene una manera sobrenaturalista de interpretar los sucesos del pasado, y de justificar las relaciones de poder y sometimiento de unos miembros sobre otros de las sociedades donde se desarrollan y predominan.

Como consecuencia, dicho en términos de los creyentes de cualesquier religión: “Las cosas buenas o malas suceden por voluntad de Dios (o los dioses)”, “Dios sabe lo que hace”, o “Solo Dios sabe por qué suceden así las cosas”. Y, por lo tanto, no se pueden cambiar, solo aceptar y resignarse. De esa manera, por ejemplo, no hay desastres naturales ni tampoco tragedias sociales así como reyes o presidentes sin que la Divinidad lo permita en su inescrutable y misteriosa voluntad.

La política y los tipos de gobierno

La política es el arte de gobernar, administrar o dirigir una sociedad en la búsqueda ideal del bien común que, en la práctica, no pocas veces, no lo persigue, todo lo contrario, ha procurado el bienestar de un grupo privilegiado de la sociedad en desmedro de su mayoría.

A través de la historia, han aparecido distintas formas de gobernar y dirigir una sociedad.

En las sociedades más simples, arcaicas, primarias o primitivas, se imponían sobre los demás quienes tenían mayor poder, sea físico y/o cognitivo. El más fuerte lo era si recibía, a su vez, el apoyo de los más poderosos en fuerza y riqueza de su sociedad. Sí conocían las regularidades que ocurrían en la naturaleza, como el cambio de estaciones o la ocurrencia de eclipses, tenían ventaja sobre los demás, desconocedores de la periodicidad de tales fenómenos.

Esos gobernantes brujos o sabios, al ser considerados especiales y superiores al resto debido a la creencia que fueron elegidos por la gracia divina, y/o que poseían un conocimiento supuestamente único o la fuerza para tener el poder político sobre su sociedad, podían heredarlo a sus descendientes. Nace así la monarquía.

Pero en la modernidad, la creencia de que haya hombres que sean superiores a otros, fue puesta en duda y perseguida con relativo éxito. Y en la presente época contemporánea, la monarquía es solo un rezago del pasado, un símbolo de unidad nacional y un adorno caro para sus súbditos sin mayor poder salvo el mediático.

La democracia actual, heredera de la Grecia antigua, aunque es considerada el sistema político menos imperfecto en comparación a otros, en sus versiones corrompidas favorece la elección de quienes poseen gran poder económico (o son apoyados por los que lo tienen) para pagar su propaganda así como noticias y encuestas en los medios convencionales y digitales que les favorezcan.

Por otro lado, por su duración los gobiernos pueden ser: vitalicios, hasta la muerte de los gobernantes, designados por la creencia, la costumbre y la herencia (monarcas), o impuestos por medio del uso del conocimiento, la riqueza y/o la fuerza (dictadores civiles y militares); y temporales, solo por unos años (presidentes, primeros ministros), elegidos democráticamente por los ciudadanos (solo hombres libres, u hombres y mujeres libres, de cierta raza o sin distinción) o una élite legislativa, burocrática o plutocrática.

En nombre de Dios

Alguien peculiar, como un místico o líder religioso, por un lado, o simplemente una persona común y corriente pero muy ambiciosa, por el otro, podría  querer y obtener poder o dominio político sobre los demás al creerse sinceramente o afirmar malévolamente, respectivamente, ser representante o mediador de Dios y las seres humanos, o en todo caso, el escogido, el enviado, el profeta e incluso el hijo de la Divinidad. 

Recordemos que en el pasado los faraones egipcios y los incas eran creídos, por sus súbditos, so pena de muerte, hijos del dios sol Ra o Inti, respectivamente y, así, considerados y tratados como sus máximos líderes tanto políticos como religiosos, resultando a su vez en regímenes teocráticos. Y en el presente tenemos los casos de Ciudad del Vaticano, cuyo Jefe de Estado es al mismo tiempo el Papa, la cabeza suprema de la Iglesia católica, o el de Irán, cuyo Jefe Supremo es el Ayatolá o el líder religioso chiita, una facción islámica.

En las monarquías antiguas y modernas europeas la elección y la sucesión del rey era por simple descendencia y consanguinidad, con justificación religiosa (bíblica) de por medio: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; ...” (Romanos 13: 1-2). Cosa semejante sucedió con la justificación de la esclavitud: “Esclavos, obedezcan a sus amos terrenales con profundo respeto y temor. Sírvanlos con sinceridad, tal como servirían a Cristo.  Traten de agradarlos todo el tiempo, no solo cuando ellos los observan. Como esclavos de Cristo, hagan la voluntad de Dios con todo el corazón. Trabajen con entusiasmo, como si lo hicieran para el Señor y no para la gente. Recuerden que el Señor recompensará a cada uno de nosotros por el bien que hagamos, seamos esclavos o libres” (Efesios 6:5-8).

Por supuesto, detrás de las acusaciones, persecuciones, invasiones, guerras y muertes de los considerados herejes y paganos por la Iglesia católica, los choques sangrientos entre ésta y los protestantes, los católicos y los musulmanes o entre estos y los hindúes, ha habido tanto grandes intereses económicos como políticos. 

No obstante, el decaimiento de las monarquías absolutas y el resurgimiento de la democracia en la Europa moderna y secularizada como la forma predominante de sucesión y adquisición del poder político, donde muchas veces interviene el poder económico y mediático, aún se apela a la religión cuando: los candidatos a un cargo político o las autoridades ya elegidas buscan captar las simpatías de la población creyente mayoritaria de un país con el fin de obtener sus votos o aprobación ciudadana, respectivamente, dando discursos con argumentos fideístas (por ejemplo, atacando y prometiendo no legalizar la libre práctica del aborto, la eutanasia y la unión civil homosexual al considerarlos graves pecados), participando en servicios religiosos (como misas o procesiones, a pesar de no ser creyentes) o acompañados de miembros del clero (para inaugurar y bendecir un local estatal); las autoridades elegidas en las ánforas o designadas por una superior, prestan juramento al cargo clamando a Dios y poniendo su mano sobre un libro sagrado (como la Biblia); y los gobernantes de jure o de facto piden iluminación o piedad divina en sus discursos para la búsqueda de soluciones a graves crisis nacionales (por ejemplo, una hiperinflación económica, un estado de guerra o de emergencia nacional por la pandemia de la covid-19) o justificando un golpe de Estado (como el reciente de Bolivia contra el presidente Evo Morales).

Separación del poder terrenal y el divino

Para evitar justamente los conflictos entre las religiones así como la manipulación ciudadana usando la religión y la injerencia de ésta en el gobierno, surgen en la modernidad como una necesidad imperiosa las ideas de tolerancia religiosa y de separación de Estado e Iglesia. 

Gracias a la tolerancia religiosa, se respeta el derecho de creer y tener la religión que uno quiera, la libertad religiosa, así como el derecho a cuestionar las religiones y no creer en ninguna, el libre pensamiento.

Y gracias a la separación de Estado e Iglesia:

-se protege la libertad de creencia, pensamiento y conciencia;

-los legisladores y gobernantes deben argumentar públicamente en base a una razón laica, secular, mundana o no religiosa, las decisiones y las políticas públicas a tomar con respecto especialmente a la educación y la salud de la población; 

-el Estado no debe dar preferencia a ninguna fe, debe tratar a todas por igual así que no debe financiar ni propagandizar a ninguna por medio de cursos que enseñen los dogmas de alguna religión en las escuelas públicas; y

-la creencia religiosa debe permanecer en el ámbito privado, personal y familiar.

La separación del gobierno de las religiones que producirá un Estado laico o secular, no significa que éste sea uno antirreligioso y autoritario y, por lo tanto, perseguirá a los creyentes o cerrará o quemará iglesias, sino porque es una imperiosa necesidad real: no todos los ciudadanos y sus familias profesan la misma fe: además de católico-romanos, hay evangélicos (de múltiples denominaciones), creyentes no cristianos (musulmanes, hinduistas, budistas, etc.), agnósticos y ateos, al menos en nuestra región latinoamericana.

En un término medio, hay Estados que supuestamente son  laicos pero en la práctica son para o semi confesionales, esto es, financian alguna fe, permiten que ésta adoctrine con sus dogmas a los niños y adolescentes que estudian en las escuelas estatales, y promulgan leyes y normas, en base a dogmas religiosos, que restringen la libertad sexual, de pensamiento, expresión, conciencia, creencia, etc. de los ciudadanos.

En el otro extremo, cuando el Estado es autoritario y abiertamente confesional, aparecen los abusos del poder con justificación religiosa pretendiendo representar la voluntad divina como los casos, en el pasado y el presente, de persecución religiosa contra minorías creyentes y/o no creyentes, las torturas y quemas de herejes por el Tribunal colonial de la Santa Inquisición o las guerras religiosas modernas entre católicos y protestantes, o contemporáneas entre hindúes y musulmanes, etc.

¿De qué depende que un país tenga un Estado separado o aliado a alguna religión? En gran parte debido a las circunstancias de su historia pasada y reciente. Por ejemplo, una nación sudamericana dominada y colonizada durante tres siglos, y luego independizada de la metrópoli pero heredera de su cultura hispana y religión católica, y con una existencia republicana de dos centurias pero ideologizada por esa sola religión, difícilmente logrará zafarse de ésta salvo que sus gobernantes y su ciudadanía mayoritaria internalicen de la necesidad de un real Estado moderno, democrático y laico. Para esto último son necesarias la propagación del pensamiento crítico y una educación tanto humanista como científica. Y ambas, en las presentes circunstancias de la globalización de la información y el conocimiento son cada vez más posibles de alcanzar, pero también lo son el fanatismo intolerante, la superstición y la pseudociencia.

Ir a Eupraxofía # 11





LA RELIGIÓN COMO ARMA POLÍTICA

Hazel Feigenblatt, Doctora en Estudios de Periodismo en la Universidad de Maryland

Correo-e:.  hfeigenblatt@gmail.com

Dibujo de Guamán Poma de Ayala que representa al «fraile mercedario Morúa» apaleando a una trabajadora de un obraje. La leyenda superpuesta dice: FRAILE MERZENARIO MORVA Son tan bravos y justicieros y mal trata a los yndios y haze trauajar con un palo en este reyno en las dotrinas no ay rremedio.


¿Cuál es la línea entre religión como libertad espiritual y religión como simple arma política? ¿Cuándo se protegen las “sensibilidades” religiosas, y cuándo simplemente se silencia a los adversarios políticos?

Durante el Holocausto, los nazis se referían a los judíos como ratas. Durante el genocidio de Ruanda, los hutus llamaban a los tutsis cucarachas. Durante la era de la esclavitud en Estados Unidos, los blancos calificaban a los negros como animales subhumanos.

El común denominador es claro: Deshumanizar a los grupos sobre cuyos cuerpos se quiere ejercer poder porque, tal y como algunos pensadores han dicho, deshumanizar a una persona es la puerta para justificar control, crueldad y violencia sobre ella.

Aunque muchos creíamos que esta era una lección histórica relativamente aprendida, las corrientes extremistas que hoy están ganando poder alrededor del mundo occidental con noticias falsas y desinformación están mostrando síntomas claros de querer abrir esa puerta.

Así, por ejemplo, el máximo exponente del catolicismo ha dicho que es “menos que humano” que una mujer opte por un aborto terapéutico – el cual se aplica para salvar la vida de una mujer embarazada. Pero, ¿qué más humano que no querer morirte solo por haber tratado de traer una vida al mundo?

También ha dicho que las familias consistentes de dos mujeres o dos hombres no son una “verdadera familia humana”. Sin embargo, ¿qué más humano que querer casarte con la persona que verdaderamente amás?

Curiosamente, cuando esta terrible estrategia de deshumanizar a un grupo es usada por el cristianismo, se le suele considerar permisible y menos peligrosa.

La excusa es que las interpretaciones religiosas son “sagradas” y deben ser respetadas por todos, sin importar la realidad de que son profundamente ofensivas y a veces peligrosas para la vida de muchas personas.

Es decir, la sociedad le da a las religiones licencia para ofender y deshumanizar a otros, y presiona o censura a los “otros” para que no respondan con la misma fuerza porque eso “hiere sensibilidades religiosas”, como si las sensibilidades de los demás no merecieran respeto.

Gracias a esta licencia para ofender y discriminar que la sociedad le ha dado a la religión, esta se ha convertido en un arma política por excelencia que grupos políticos, económicos y religiosos aprovechan y/o manipulan.

En Estados Unidos hoy se usa la Biblia para justificar el separar niños inmigrantes de sus mamás y/o papás, al lado de frases deshumanizadoras como las del presidente Trump cuando dice que las masas de inmigrantes centroamericanos son “animales, no personas”.

En Brasil, el presidente Bolsonaro ha usado pasajes bíblicos para presentar la tenencia de armas como la voluntad de Dios, y de paso ha dicho que los activistas negros (descendientes de esclavos) son “animales” que deberían “devolverse al zoológico”.

En Hungría, se castiga con cárcel cualquier acto de caridad hacia inmigrantes en busca de refugio y estos son detenidos en condiciones deplorables. La justificación es defender “la identidad cristiana” porque, en palabras del primer ministro Orban, los inmigrantes son un “veneno” que atenta contra el cristianismo.

Sí, la religión y la deshumanización de minorías están resurgiendo junto con la diseminación de información anti-ciencia, pero han ido de la mano por mucho tiempo.

El primer acuerdo internacional que logró firmar la Alemania nazi de Hitler fue casualmente con el Vaticano, al cual le tomó décadas disculparse por el silencio de la Iglesia durante el exterminio de judíos (y apenas recientemente decidió abrir los archivos de la época).

En Ruanda, varios sacerdotes fueron parte del genocidio y han sido defendidos por el Vaticano. Por ejemplo, uno de ellos ordenó la demolición de una iglesia donde se refugiaban 2.000 personas y envió milicias a matar a los sobrevivientes, según la condena del Tribunal Internacional para Ruanda. De acuerdo con ese tribunal, el Vaticano obstruyó la extradición del religioso y dijo que este hacía “buen trabajo”.

 El Ku Klux Klan y grupos afines (actuales) siguen la llamada “identidad cristiana”. En esencia, esta hace en una interpretación racista y anti-semita del cristianismo, usando partes de la Biblia para predicar que quienes no son enteramente descendientes de europeos blancos deben ser exterminados o subordinados.

Es cierto que la religión suele ser manipulada políticamente y eso no siempre es responsabilidad directa de las instituciones religiosas (aunque cuando les conviene políticamente lo dejan pasar porque son en sí mismas entidades políticas). Asimismo, no todos los cristianos apoyan esos usos de la religión y muchos incluso los critican.

Sin embargo, también es cierto que las voces más visibles del cristianismo popular actual promueven interpretaciones profundamente ofensivas y discriminatorias contra ciertas minorías, así como la imposición forzada de las mismas.

Si dichas interpretaciones se quedaran dentro del ámbito religioso y la práctica espiritual de quienes creen en ellas no sería un problema tan grande. Cada quien viviría de acuerdo con sus creencias dentro del marco democrático de libertad de culto.

Pero ocurre lo contrario. Las religiones se meten en política con el objetivo específico de imponer mediante el poder coercitivo del Estado sus creencias e interpretaciones religiosas sobre todos los ciudadanos, creyentes y no creyentes.

¿Cuál es la línea, entonces, entre religión como libertad espiritual y religión como simple arma política? ¿Cuándo se protegen las “sensibilidades” religiosas, y cuándo simplemente se silencia a los adversarios políticos?

¿Tiene la religión derecho a las mismas protecciones sin importar la naturaleza de sus acciones? ¿Por qué las “sensibilidades” de una persona religiosa valen más que las de una persona no religiosa?

Al entrar en la arena de lucha política en una democracia, la religión se convierte en un actor político más, en igualdad de derechos con cualquier otro actor, como por ejemplo las minorías sobre cuyas vidas quiere ejercer poder.

En ese contexto de pulso político, cuando la religión usa su libertad de expresión para ofender las “sensibilidades” de esas minorías, como lo hace rutinariamente, no es razonable ni justo esperar que estas no puedan defenderse de la misma manera. Y viceversa. Idealmente, el intercambio político sería armonioso, pero si la historia humana nos enseña algo es que la política es a menudo agresiva.

Sin embargo, las religiones han logrado privilegios que les permiten atacar y ofender impunemente y, a la vez, hacer que a los recipientes de esos ataques se les prohíba defenderse con igual fuerza. Es una dinámica similar a la de sistemas antidemocráticos, en donde las libertades de expresión y pensamiento son para unos y el silencio para otros.

Este es el caso de la famosa camiseta de Sociología de la Universidad de Costa Rica y las acciones legales que se han tomado para limitar la libertad de expresión de quienes la crearon (con sus propios fondos).

La iglesia ha creado prescripciones y símbolos de “mujer” que para muchas mujeres (y también hombres) resultan profundamente ofensivos y, además, dañinos.

En tanto asunto religioso, nadie impide que los expresen y que quienes están de acuerdo con ellos vivan sus vidas del modo que decidan.

 En el contexto de lucha política democrática, es esencial que los grupos afectados por las propuestas de otros tengan el derecho de defender sus puntos con la misma fuerza que quienes los promueven, y eso sin duda incluye la fuerza de los símbolos que tan efectivamente ha sabido utilizar la religión a lo largo del tiempo.

En política rutinariamente vemos cuestionamientos, críticas y hasta burlas sobre los fundamentos e ideas subyacentes de proyectos de ley y políticas públicas – sino que lo digan los promotores del etanol.

Ese intercambio agresivo es parte normal y necesario del debate democrático en Costa Rica y en toda democracia. Si la religión entra tan agresivamente como lo hace en esa arena política y ofende a los grupos sobre los que quiere ejercer poder, ¿por qué habrían estos de ser obligados a someterse a un estilo de política modosito, diferente del que hacen y funciona para todos los demás grupos?

Lo ideal es que todo debate se base en el respeto y la consideración genuina de los efectos y daños que toda propuesta política tiene sobre otros, pero eso requiere voluntad de todas las partes y no de silenciar a unas, particularmente las que llevan una larga historia de ser silenciadas tanto en la religión como en la política.

Muchos salen a redes sociales a decirles a las minorías que es mejor no “meterse” con la religión, como si dependiera de las minorías que la religión deje de atacar sus derechos humanos, o como si fuera realista no defenderlos.

A esas personas quizá les haría bien recordar las atrocidades que se han cometido a lo largo de la historia cuando se ha usado la religión para silenciar a las minorías bajo ataque, mientras las mayorías cómplices o indiferentes se limitaron a observar para “no herir sensibilidades”.

(Publicado originalmente en La Nación el 17 abril, 2019 en:  https://www.nacion.com/blogs/posverdades/la-religion-como-arma-politica/KMNSCKM5EZFGBGLOMPAZTW3YTM/story/

Reproducido con el permiso de la autora)

Ir a Eupraxofía # 11



LA RELIGIÓN COMO HERRAMIENTA POLÍTICA

Mario Bunge (1919-2020), Doctor en física y matemáticas por la Universidad Nacional de La Plata, y Profesor de Lógica y Metafísica en la Universidad McGil

Los expresidentes de EE. UU. George W. Bush y Barack Obama en julio de 2016. (WhiteHouse.gov)

La historia y la sociología de la religión han sido fuertes ramas de la ciencia social desde 1900. En particular, Max Weber fundó la sociología de la religión, pero se limitó a la edad antigua. Alabó, por ejemplo, al hinduísmo por complementar el sistema de castas, que él atribuía a un brahmán inteligente —como si fuese que un sistema social completamente nuevo podría ser engendrado de una sola vez por obra de una mente individual. Weber mostró asimismo que el mitraísmo había sido popular entre los soldados de la Antigua Roma porque ayudaba a sostener la meritocracia y la obediencia, tal como lo hacía el confucianismo en China.

Por contraste, la politología de la religión es todavía muy joven, a tal punto que la cínica recomendación de Aristóteles y Maquiavelo al príncipe —aparecer lo más devoto posible incluso si uno mismo no cree— todavía es muy practicada. Por ejemplo, el presidente estadounidense Eisenhower se hizo bautizar doce días después de su toma de mando en 1956. El presidente Nixon, recordado por sus ardides y su belicismo, profesó el cuaquerismo durante toda su vida. Y el Presidente George W. Bush, quien inventó las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, dijo a sus súbditos que Dios le decía personalmente qué hacer. ¿Quién puede ganarle a gente con ese vínculo tan poderoso?

La religión como herramienta política

El presente escrito trata acerca del uso de la religión como cortina de humo política. La siguiente lista de casos bien conocidos corrobora la tesis de la que la religión ha sido a menudo utilizada como herramienta política:

1. Los autores de la Biblia aseguraban que las ejecuciones y los genocidios que se relatan en ella fueron comandados por Dios;

2. Pablo el Apóstol exhortaba a los esclavos a temblar en presencia de sus amos;

3. Los Cruzados, alentados por los gritos de batalla Deus vult (o Dieu le veut, “Dios lo quiere”) y Nobiscum Deus (“Dios está con nosotros”), eran en realidad saqueadores y ladrones de tierra;

4. El objetivo de las aventuras de colonización europea eran más bien las minas, las tierras y las esclavos, no predicar entre los paganos la verdadera religión;

5. El motivo de la Guerra de los Treinta Años fue la tierra, no la religión, como lo sugiere el hecho de que la mayoría de aquéllos que peleaban en los ejércitos católicos y saquearon el Vaticano eran en realidad mercenarios luteranos;

6. La Guerra de los Ochenta Años entre España y Holanda se libró a causa de las riquezas flamencas, no por disputas de hermenéutica bíblica;

7. La Turquía Islámica peleó junto a los ejércitos cristianos en la Guerra de Crimea así como en ambas guerras mundiales;

8. La Iglesia Católica Mexicana libró dos guerras en contra del Gobierno mexicano a causa de la reforma agraria de éste último, que distribuyó las vastas tierras de la Iglesia entre los campesinos, y asesinó a muchos de los maestros enviados por el Gobierno al campo;

9. La Iglesia Católica fue un fuerte pilar de los regímenes fascistas en Italia, Alemania, España, Portugal, Croacia y Argentina;

10. El general Franco, a quién el papa Pío XI se refirió como “un cruzado”, ordenó a las tropas árabes apostadas en Marruecos movilizarse a España y combatir al Gobierno republicano electo;

11. El estandarte Nazi está encabezado por el lema de Gott mit uns (“Dios con nosotros”);

12. La Guerra Fría fue por la dominación global, no por el comunismo ateo;

13. Los judíos fanáticos que ocuparon tierra palestina afirmaban que Abraham les dio la tierra a ellos dos milenios antes;

14. Los fanáticos saudíes, al grito de Allah maana (“Dios está con nosotros”), están tranzando con judíos israelitas y evangélicos estadounidenses contra Irán, acusándolo de intentar construir armas nucleares, las mismas que por supuesto EE. UU. e Israel han estado acumulando durante décadas.

El papa Juan Pablo tiene el mérito de haberse disculpado por algunos de los crímenes enumerados arriba. En contraste, ningún presidente de EE. UU. se ha disculpado con el pueblo japonés por Hiroshima y Nagasaki, ni con el pueblo vietnamita por haber asesinado a 3,2 millones de no combatientes, ni por haber rociado a civiles con napalm y Agente Naranja.

Cierto, el secretario de Defensa estadounidense Robert S. McNamara admitió que la guerra en Vietnam fue un gran error —pero no un crimen de guerra.

Por otro lado, permítaseme señalar que casi todos los presidentes estadounidenses piden a Dios que bendiga a su país, y que el lema oficial del país desde 1956 ha sido «En Dios confiamos«. Como dice una conocida broma: los cristianos confían en Dios, pero todos los demás deben pagar en efectivo.

Aquellos temerosos de las consecuencias de sus pecados huyen después del atraco. Por ejemplo, el homenaje del general Franco a los musulmanes marroquíes que lo ayudaron a derrotar a los “Rojos” es un monolito cubierto por un brillante media luna, plantado en un solitario prado en una remota colina de Asturias. Por cierto, ¿a quién le correspondería corroborar si el Ser Supremo «está con nosotros» y si Él realmente fue consultado antes de ser reclutado para comandar a los fieles de cualquier dios que haya sido invocado?

¡Populus vult!

Las lecciones que podemos extraer de lo anterior son las siguientes:

1. La religiosidad es bien vista en la mayoría de los políticos y vendedores (el hombre que me vendió un auto defectuoso, por ejemplo, inició su oferta asegurándome que él era un cristiano renacido). Así que mejor aparente ser religioso si quiere engañar a los votantes o a los clientes.

2. La religión a menudo ha sido utilizada como una gran cortina de humo para esconder crímenes políticos (los guerreros españoles medievales solían decir «A Dios rogando y con el mazo dando»).

3. Indague qué hay detrás de una justificación religiosa a cualquier crimen, pues podría tratarse de una mera excusa hipócrita. Pero debemos señalar, sin embargo, que el antiterrorismo de hoy en día es una cortina de humo inclusive mejor que la religión, así que debemos prepararnos para que en cualquier momento aparezcan templos antiterroristas defendidos por valientes voluntarios con potentes armas ordenadas por correo para matar niños de a cien.

4. Mientras que algunos de los llamados escritos sagrados exhortan a sus fieles a cometer ciertos crímenes e incluso genocidios, las directrices principales de todas las religiones son políticamente neutrales y, en particular, no llaman al asesinato de nadie. Particularmente, la mayoría de nosotros evita la islamofobia y la cristianofobia tan fuertemente como el antisemitismo y la mavrofobia (miedo irracional o aversión hacia las personas de color). Sin embargo, no hace mucho se nos ha dicho que practiquemos la rusofobia. Es que uno no puede liderar el mundo libre sin ventilar algo de odio.

5. Las diferencias religiosas no son nada en comparación con los intereses comunes de la humanidad: supervivencia, coexistencia y acceso a bienes tanto de tipo natural como social.

6. Dejemos nuestras posturas políticas afuera de los templos y nuestras creencias religiosas afuera de las instituciones políticas, pues la mezcla de política y religión corrompe a ambas (excepto cuando los líderes religiosos iluminados toman iniciativas para protegernos de las artimañas de los supuestos Grandes Líderes).

7. Seamos tan abiertos de mente y de brazos como Francisco de Asís, quien en 1216, mientras la Quinta Cruzada estaba en todo su vigor, hizo un peligroso viaje al Cairo para conversar con el Sultán de Egipto sobre posibles formas de paliar las miserias de la guerra. Exactamente ocho siglos después su hermano, Francisco de Buenos Aires, hizo el mismo viaje para distanciar su Iglesia de la letal trampa islamofóbica. ¡Populus vult

(Traducido del original inglés “Religion as a Political Tool” al español por Fabrizio Pomata, y publicado en la web de Ciencia del Sur el enero 9, 2018: https://cienciasdelsur.com/2018/01/09/religion-como-herramienta-politica/)

Ir a Eupraxofía # 11




EUPRAXOFÍA # 11: RELIGIÓN Y POLÍTICA


Lima, enero-junio, 2021

Contenido

LA RELIGIÓN COMO HERRAMIENTA POLÍTICA
Mario Bunge (1919-2020), Doctor en física y matemáticas por la Universidad Nacional de La Plata, y Profesor de Lógica y Metafísica en la Universidad McGil

LA RELIGIÓN COMO ARMA POLÍTICA
Hazel Feigenblatt, Doctora en Estudios de Periodismo en la Universidad de Maryland 

VÍNCULOS ENTRE LA RELIGIÓN Y LA POLÍTICA
Manuel A. Paz y Miño, Mag. en Ética Aplicada, Universidad de Linköping

RELIGIÓN Y POLÍTICA: CUANDO SE LLEVA LA FE A COMPETIR EN LAS ELECCIONES GENERALES
María Elena Castillo, Lic. en Periodismo, Universidad Jaime Bausate y Meza

Anja Hennig, Dra. Fil. y profesora e investigadora asociada de la Cátedra de Política Comparada, Facultad de Ciencias Culturales, Universidad Europea Viadrina, Frankfurt / Oder, Alemania. 


(Sabiduría para la buena vida)

EUPRAXOFÍA # 17: EL HUMANISMO SECULAR EN EL MUNDO

 Lima, julio-diciembre, 2023 (Artículos según su orden de llegada) Sociedad Humanista de Singapur Proporcionado por Norhaiyah Mahmood,  Secr...